GRACIAS LUCHITO

Opinión Por

Es difícil despedir a un gran ser humano como fue Luis Ignacio Sandoval Moreno, quien el pasado jueves 24 de febrero a los 79 años de vida partió de este mundo, sobre todo cuando esa partida te toma por sorpresa; y es que ¿cuándo se está preparado para saber la muerte de uno de los grandes líderes cívicos que tuvo el país en los últimos 40 años? (https://reaccionrevistadigital.com/se-fueron-hacia-el-infinito-los-pazos-sempiternos-de-luis-sandoval/)

Luchito Sandoval, como cariñosamente se le llamaba entre las organizaciones defensoras de derechos humanos, de sociedad civil y redes ciudadanas, fue testigo y artífice de múltiples proyectos durante su vida pública, siendo uno de la más reciente recordación, el Comité de Impulso al Consejo Nacional de Paz en el que lo conocí personalmente; proyectos e iniciativas todas ellas basadas siempre en la concreción de la sociedad civil como actor diferencial frente al Gobierno, el Estado y el empresariado.

Precisamente, esa idea de una sociedad empoderada, que él mismo en múltiples ocasiones encarnaba, lo llevó a apoyarme en la idea loca de exigir una curul especial para las organizaciones de jóvenes en el Consejo Nacional de Paz, antiguo consejo creado en el Gobierno Samper y que como mecanismo de asesoría y participación ciudadana el Gobierno del premio nobel de paz Juan Manuel Santos retomaba en el año 2014 como parte de su estrategia de apoyo al proceso de paz que se realizaba en La Habana, Cuba.

Esa idea de Luchito de darle espacio a todas las formas organizativas de la sociedad civil, indistintamente, su carácter lo convirtió, en algunos momentos de efervescencia y calor, en uno de los acérrimos defensores de la presencia de la Organización Nacional de Juventudes Liberales-ONJL, organización que agrupa a las juventudes del tradicional Partido Liberal Colombiano, en esas primeras reuniones del llamado Comité de Impulso del Consejo Nacional de Paz, que era una suerte de concilio de delegados de organizaciones sectoriales a nivel nacional que bogaban por la instalación de dicho Consejo, que se logró entre los años 2016 y 2017, antes de su última reforma institucional en el marco normativo posterior a la firma de los Acuerdos del Teatro Colón.

A dichas reuniones yo asistía en calidad de coordinador nacional para asuntos de Paz, coordinación que fue la gran apuesta que tuvo Germán Andrés Henao, director, por ese entonces de la ONJL, siendo por mucho tiempo la única organización juvenil de índole nacional en esos espacios de diálogo societal por la paz, señal fidedigna de la desconfianza que generaba dicho diálogo entre la sociedad civil, entendida como esa sociedad que se expresa a partir mecanismos de organización comunitaria, social y comunal.

De esa época surgió la amistad con Luchito, quien hasta el último momento confundió mis nombres, llamándome siempre David Fernando, nombre con el que me dio el honor de haber sido nombrado en la columna de opinión que escribiera en su lecho de enfermo en la Clínica Shaio en la que me comentó estaba recluido por quebrantos de salud y que hoy se convierte en la última columna de ese gran baluarte de la defensa de la paz, de los derechos humanos y de los procesos societales.

En los que serían, sin saber, sus últimos meses de vida, me consultaba sobre el presente de las bases del Partido Liberal y analizábamos rápidamente las acciones que se podrían tomar, de cara a las alianzas entre el liberalismo de Gaviria y el Pacto Histórico de Gustavo Petro Urrego, de ahí que aplaudiera el llamado público que hice sobre la necesidad de una nueva audacia del expresidente en esta coyuntura 

La posibilidad de la concreción de la alianza Gaviria-Petro lo emocionaba, toda vez que era un convencido del poder electoral que el liberalismo tiene en las elecciones presidenciales desde hace algunas décadas, pues de darse la misma, el inicio de la implementación de un proyecto progresista de corte socialdemócrata en el país, salta de la posibilidad idealista a la factibilidad electoral.

De Luchito nos queda un gran legado. Grandes recuerdos, pero sobre todo enormes desafíos para no dejar caer sus enseñanzas y rendirle honor a su vida.

Gracias por todo, Luchito, principalmente por tratarme como un par cuando en sendas discusiones y debates a los jóvenes se nos veía como el discípulo que debía callar, cargar ladrillos y ser operario.

Sumercé enseñó que los jóvenes teníamos y tenemos mucho por aportar, más allá de la fuerza  muscular y lo decorativo.

Trataré de hacer lo mismo cuando sea el momento.

PD: A Luchito le hubiera encantado saber que la audacia que se le pedía a Cesar Gaviria se materializó cuando este invitó a su casa a Gustavo Petro. Adicional, hubiera estado muy feliz de ver que el frente popular y progresista colombiano, sacaba la primera votación para Senado de la República.

Zootecnista Universidad Nacional de Colombia, Candidato a Magíster en Producción Animal de la Universidad Nacional. Coordinador Nacional para asuntos de Paz de la Organización Nacional de Juventudes Liberales 2014-2018.