En octubre de 2019, el Partido Liberal ganó las elecciones de Concejo Municipal y de Asamblea Departamental, quedando en segundo lugar para las elecciones de Ediles, tercero para Alcaldías y ganó con las coaliciones para Gobernación; en total, se depositaron en esa ocasión 7.782.060 de votos, sin contar los votos de las coaliciones que se hicieron para Gobernación.
Lo anterior, sumado a los resultados electorales para Congreso de 2018, donde logró mantener 14 curules en el Senado y ser la primera fuerza en la Cámara de Representantes con 35 curules, implica que definitivamente el Partido Liberal Colombiano es el partido de los municipios, de los departamentos; es el Partido de las regiones.
Estas victorias sin lugar a dudas deben reconocérsele al Expresidente Cesar Gaviria Trujillo, victorias que ratifican que la decisión de 2017 al elegirlo por unanimidad como Director Nacional fue la mejor, sin embargo, ante la inacción en las toldas rojas para convocar precandidatos presidenciales, es muy posible que volvamos a repetir los escándalos de hace algunos años.
Recordemos que el liberalismo colombiano bajo la nueva Dirección de Gaviria ha tenido situaciones como la consulta presidencial liberal de noviembre de 2017, que enfrentó en un tiempo atípico a Juan Fernando Cristo y a Humberto de la Calle, este último electo candidato único, pero que gracias, no solo la inacción de las maquinarias de los congresistas, diputados y concejales liberales en las elecciones presidenciales de 2018, sino también a una estrategia mediática y electoral pobre, obtuvo un bochornoso y paupérrimo lugar en primera vuelta presidencial, luego de la cual la Dirección Nacional toma la decisión de respaldar en la segunda vuelta al candidato de la derecha uribista, que hoy nos mantiene en una zozobra constante, ante la multicrisis desatada por la pandemia y la nebulosa estrategia de su Gobierno Nacional.
Ahora bien, en 2021, a pesar que ya varias colectividades políticas tienen precandidatos, el Partido de las regiones, el dueño por antonomasia del centro ideológico, político, social y económico en Colombia, aún no tiene ninguno y mucho menos se ha anunciado la búsqueda activa de ellos, ni siquiera se ha hecho pública la posibilidad de tener un mecanismo interno para seleccionarlo ni se ha dicho en medios de comunicación la intención de ir a una consulta interpartidista ni con cuales criterios, a pesar que ante la opinión pública ya existen dos fuertes aspirantes.
Adicional al exministro Alejandro Gaviria, actual Rector de la Universidad de los Andes y precandidato al que le apuesta el llamado Gavirismo, el senador Luis Fernando Velasco, quien ha sido Presidente del Congreso y cuenta con una gran experiencia legislativa y que sumado a su ecuanimidad, ha recibido elogios de diversos sectores políticos de la sociedad colombiana, podría ser, sin lugar a dudas, el precandidato que encarne la ideología socialdemócrata colombiana al interior del Partido Liberal y que a través de las diversas reformas que él ha planteado a través de los años, logre conquistar al electorado de centro y al voto de opinión.
Si en dado caso el Rector y el Senador tomaran la decisión de lanzarse al ruedo, la mejor manera para definir al candidato sería a través de una consulta interna, tal y como lo permiten los Estatutos del Partido Liberal, similar a la votación que se realizó para la elección de delegados a la Convención Nacional Liberal de 2020, que incluiría una misión de observación electoral por parte de organizaciones nacionales e internacionales para aumentar la transparencia de dicho ejercicio y que podría incluir un proceso de afiliación de miembros para aumentar el censo electoral, hasta dos meses antes de la jornada de votación, que indudablemente debe ser de un único día.
Ojalá el santismo, que bien podría respaldar al exministro Gaviria en una consulta interna, logre convencer al gavirismo para que motive al pueblo liberal, simpatizante y militante, convocándolo a una jornada democrática, para que junto con los liberales socialdemócratas recuperen la dignidad de la partidocracia colombiana que hace agua ante los populismos de derecha e izquierda que con sus incendiarios discursos amenazan la estabilidad emocional y política de la Nación.
