Es tan impresionante el descuadernamiento que vive nuestro país, que es urgente unirnos y levantar nuestra voz de apoyo y respaldo por el respeto a la vida y a la noble gestión pastoral, del señor Obispo de Buenaventura, prelado Rubén Darío Jaramillo. Es inaceptable, desde cualquier punto de vista, que los llamados “Poderosos” del Pacífico colombiano o mafiosos de alto coturno, hayan decidido cortar toda una vida pastoral al servicio de los sectores más humilde del pueblo, y sean capaces de mandar razones informando que: Decidieron atentar contra la vida de tan destacado pastor de la Iglesia Católica, si no abandona esos territorios de Pastoral social.
Algo muy esquizofrénico tiene que estar pasando por el confuso código genético de los colombianos. Como es posible que, con todas las libertades a las anchas, estas fuerzas oscuras de los latifundistas y mafiosos del Pacifico sean capaces de condenar a muerte a un representante de la Iglesia y no pase absolutamente nada. ¿Dónde está el Estado, su Justicia y sus Fuerzas Armadas para proteger la vida de los colombianos? Según lo ordenado clara y taxativamente por nuestra Carta Política.
Estamos viviendo y presenciando la disolución del Estado Social de Derecho, del cual, el establecimiento tanto se ufana, aunque en su tiempo, no quisieron escuchar las palabras del estadista y expresidente Carlos Lleras Restrepo, quien después de batallar contra las fuerzas terratenientes en el Congreso, no logró hacer realidad su sueño de la Reforma Agraria, y planteo, con una lucidez diamantina, su visión del descuadernamiento del Estado que ya se venía y le fue imposible atajarlo. Eso es lo que hoy estamos viviendo muy preocupados, a lo largo y ancho de la geografía nacional.
Toda esta debacle que se presenta llevó a los obispos de los departamentos del Chocó, Valle del Cauca, Cauca y Nariño a reunirse en Buenaventura para tratar de buscar salidas urgentes a la grave crisis de violencia, salud, educación, trabajo que está azotando en forma inmisericorde esta parte tan querida y fundamental para la cultura y economía del país. Estas crisis cíclicas que no han tenido ninguna atención del presidente Duque y sus ministros, que cada día cobran más fuerza destructora y asesina, son verdaderos “tsunamis” que requieren una atención urgente ya, y unas soluciones inmediatas antes que sea demasiado tarde.
En toda la región del Pacífico hay una situación extremadamente grave en materia de violencia con altos niveles de homicidios, presencia de las fatídicas “casas de pique”, donde descuartizan los cuerpos de las víctimas, que llevó a una alerta de la Jurisdicción de Paz sobre Nariño. La institución advirtió grave deterioro de la situación en los municipios de Ricaurte, Tumaco y Barbacoas, en Nariño. Conozco personalmente esta región porque estuve trabajando en ella con grupos de asesores de Derechos Humanos desde la Defensoría del Pueblo. Se del inmenso valor humano de sus sacrificadas comunidades y de la urgencia que el Estado colombiano haga inaplazable presencia para cancelar la histórica deuda en salud pública, educación infantil, juvenil, reforma agraria y ayuda en general a la población, que reclaman a gritos estas olvidadas regiones.
Es hora de que el gobierno nacional y local cumpla sus urgentes obligaciones sociales con la olvidada región del Pacífico, y haga frente con un solidario grupo de políticas públicas y sus respectivas acciones, las que deben dar respuesta a la deplorable y vergonzosa situación humana que viven sus comunidades.