El pasado 20 de julio en un día histórico por su significado, al ser el día donde los tambores de la libertad sonaron por primera vez en la tierra de Colón, se dio inicio a la transición democrática y pacífica del gobierno de derecha ultra conservadora hacia el primer gobierno de izquierda en la historia de la República.
Con el nuevo Congreso se empieza a discutir la agenda de reformas que el país quiere, necesita y demanda como lo demostraron las pasadas elecciones. Entonces surge la pregunta, cuáles son los grandes retos económicos que enfrenta el nuevo gobierno.
El primer gran reto que enfrenta el gobierno es arreglar las finanzas públicas, este reto implica dos grandes reformas tributarias, una de los ingresos nacionales, y la segunda de los ingresos regionales. La primera ya se está hablando y se va a tramitar en este semestre, la segunda tomará más tiempo y se pospondrá dado que no es tan urgente pero necesaria si se quiere tener desarrollo regional, mayor autonomía regional y aligerar las presiones fiscales del gobierno nacional.
La reforma tributaria es una necesidad dado el estado de las cuentas del gobierno nacional. Dicha reforma tributaria tiene que ajustar el déficit fiscal que heredó el gobierno Petro de su antecesor, algo esencial para cumplir con la pesada deuda pública y tener un ambiente propicio para la inversión.
Pero también la reforma tributaria es necesaria si se quiere cumplir con las promesas de reducir la pobreza y mejorar los servicios sociales puesto que esto implica dinero, que hoy no se tienen porque como dice un refrán de la ciencia económica “no hay almuerzo gratis”, es decir que para mejorar la educación y ampliar su cobertura, mejorar el sistema de salud, construir las infraestructuras viales, ferroviales, fluviales y demás infraestructuras que el país requiere para desarrollar el campo y conectar las ciudades se requiere recursos para financiar estas inversiones.
El otro gran reto que ocupará gran parte de la agenda económica del presidente y su ministro de hacienda es lograr la estabilidad macroeconómica, esto implica controlar la inflación, mantener el crecimiento económico, disminuir la exposición cambiaría (en la medida de lo posible); lo anterior es fundamental para reducir el desempleo y mejorar los ingresos de las familias colombianas.
Pero estabilizar la economía implica lograr coordinar la política económica con el Banco de la República, así como llegar a acuerdos con los principales gremios del país. Este reto es particularmente importante por el impacto que tendría sobre la inversión, el empleo y los ingresos familiares, pero también es complejo porque la capacidad de acción real está limitada por la dinámica del mercado internacional.
Una parte de la inflación y la volatilidad de la tasa de cambio se explican por choques externos que el tenso y convulsionado mercado mundial generan afectando la estabilidad económica del globo y por consiguiente la de Colombia.
El otro gran reto que tiene el presidente es volver este caótico escenario en una oportunidad para cumplir su meta de industrializar Colombia y diversificar las exportaciones. Este objetivo del gobierno está ligado con el anterior de estabilizar la economía, pero va más allá; porque también es una de las grandes banderas de campaña del presidente Petro, que es reducir la dependencia petrolera del país.
La devaluación del peso es un gran problema porque encarece la deuda externa y es combustible para la inflación vía importaciones de bienes finales y encarecimiento de los insumos importados, pera también crea un escenario de protección al productor nacional al actuar como arancel ficticio sobre las importaciones, es esta doble dualidad de encarecer las importaciones lo que en teoría busca aprovechar el nuevo gobierno para reducir las importaciones e impulsar las exportaciones.
Aparte del efecto nocivo de la alta tasa de cambio, uno podría suponer que el esfuerzo del nuevo gobierno se dirija a fortalecer la producción nacional especialmente en insumos o bienes finales, que se produzcan o se puedan producir en Colombia, el verdadero reto es lograr que sean productivas para cuando el mercado mundial se estabilice y desaparezca este arancel ficticio, estos productores no se vean desplazados por las importaciones, algo similar sucede con las exportaciones no tradicionales, no solo es cuestión de impulsarlas si no lograr que sean lo suficientemente competitivas para cuando desaparezca este ficticio impulso, no se vean desplazadas de los mercados internacionales.
Este punto central del nuevo gobierno no solo por la coyuntura y por lo propuesto en campaña, está a la espera del Ministro de Industria y Comercio que lo estructure e impulse.
Junto a estos grandes desafíos esta la apuesta del nuevo gobierno de impulsar la transición energética y la adaptación climática de la economía, lo cual es una acción muy acertada y estratégica en el largo plazo, pero también esencial para impulsar la competitividad de la economía, aunque sigue siendo un reto, porque aunque no lo parezca el tema climático tiene grandes opositores y retractores, y no son los negacionistas del cambio climático sino todos los que por el cambio de la regulación, la redirección de los subsidios y el crecimiento de nuevos sectores ven afectados de sus intereses económicos y/o políticos, por eso es un reto que el nuevo gobierno quiere sortear y tiene que superar efectivamente para darle un futuro a Colombia y la humanidad, contribuyendo así en la lucha contra el cambio climático.
Por último, pero no menos importante esta la apuesta social, el nuevo presidente ha remarcado la importancia que esta tiene en su agenda. Su apuesta política por reducir la pobreza y atajar las desigualdades socioeconómicas que azotan a Colombia como un cáncer, esta gran apuesta implica un nivel de coordinación estatal y de manejo político que permita generar consensos entorno a la política publica y facilite su aplicación regional de forma sinérgica con los políticos regionales y las respectivas comunidades tanto urbanas como rurales, y que es una de las razones esenciales para busca aprobar la reforma tributaria en este segundo semestre, porque sin recursos la política social estará mocha.