El siglo XIX, después de la independencia, fue una época turbulenta, de dificultades, de guerras fratricidas. A mitad del siglo ya se habían librado varias de ellas y expedido cuatro Constituciones: 1821, 1830, 1832 y 1843. Se preparaba la Nación a elegir Presidente de la República. En Julio de 1848, Ezequiel Rojas, político de ideas liberales, escribió “La razón de mi voto”, para explicar por qué consideraba que el General José Hilario López era el mejor candidato.
López ganó la elección en una tormentosa sesión del Congreso, verificada en el Templo de San Agustín, en la que el fundador del Partido Conservador, Mario Ospina Rodríguez, sufragó con una papeleta en la que escribió: “Voto por López, para que no se asesine la democracia”.
A dicha sesión asistieron a las barras centenares de personas afectas a López, presionando a los legisladores con gritos a favor de su candidato. López ganó e hizo una buena presidencia, destacándose dentro de sus decisiones la libertad de los esclavos.
El documento de Ezequiel Rojas consagra valores libertarios y principios democráticos e incluyentes, de manejo equitativo de la hacienda pública y de defensa de los intereses de los marginados, de los campesinos y artesanos, de la libertad religiosa y de la educación laica, que son en general un compendió de filosofía liberal y de tolerancia, de respeto a los derechos de todos los asociados y de buenas formas para gobernar con altruismo y justicia. Su contenido, las circunstancias políticas de la época y los movimientos sociales que gravitaban el momento dieron origen a que este conjunto de realidades se considere histórica y políticamente como la fundación del Partido Liberal.
Siguieron las guerras y la violencia, la pobreza y el desamparo de los débiles, las contradicciones con el Partido Conservador que fundaron el ya mencionado Ospina y José Eusebio Caro, y nunca cesó la violencia. Hubo Constituciones en 1853, 1858, 1863 y 1886, el país nunca salió de la ruina, se perdió Panamá y en 1904 el General liberal Rafael Uribe Uribe dijo que renunciaba “de una vez y para siempre” al uso de las armas, pero no al de las ideas. El otro héroe liberal, Benjamín Herrera, proclamó en la Convención de Rionegro, que el liberalismo proscribía la violencia. El Partido Liberal tomó como insignia la paz.
El Partido Liberal ha tenido triunfos, éxitos y aciertos. También ha cometido errores y sufrido derrotas. Siempre ha defendido la paz y contribuyó a la expedición de la Constitución de la paz en 1991. En 1982 apoyó el proceso de paz del Presidente Conservador Belisario Betancur. Lo hizo en 1998 con el del Presidente Conservador Andrés Pastrana. Respalda con decisión el acuerdo del Presidente Santos con las Farc.
En las últimas elecciones ganó el Partido Liberal. Hoy es adalid de reformas políticas, sociales y económicas. Vienen nuevas luchas democráticas que el liberalismo buscará ganar para seguir cumpliendo con su ideario de equidad, inclusión, participación y autonomía de las regiones. ¡El Liberalismo vive!