De acuerdo con la Organización de Naciones Unidas, la conmemoración del Día Internacional de la Juventud para 2017, gira alrededor del papel de la juventud en la construcción de una paz sostenible, algo que es particularmente interesante en un país como el nuestro donde nos asomamos de a poco a la construcción de eso que llamamos paz, concepto que tiene muchos significados.
La paz de Juan Manuel Santos es una paz negativa e imperfecta: un acuerdo de paz que logró la desmovilización y reincorporación de las FARC, con lo que si bien ha disminuido las muertes por enfrentamientos armados en el país, con ello no ha terminado el conflicto armado, ya que aún existe la insurgencia del ELN, que todavía mantiene su poder bélico.
En ese contexto, ¿qué podría hacer la juventud colombiana para buscar que de verdad lleguemos a completar, como sociedad, la paz imperfecta que nos legará Santos al terminar su periodo?
En primer lugar, hay que evitar que la negociación con el ELN, que ahora sí luego de tantos intentos está dando resultados, caiga en el vacío, a través del respaldo ciudadano a la Mesa de Diálogos en Ecuador; para de una vez por todas finalizar el conflicto sociopolítico armado que aún nos desangra. Ojalá y la visita del Papa Francisco nos haga el milagrito y desempantane el cese bilateral prometido por las partes.
En segundo lugar, la juventud colombiana estaría llamada a exigir que el Estado colombiano avance en aquel “socialismo de Estado” que afirmaba Rafael Uribe Uribe, que no es otra cosa que la resolución de los conflictos sociales antes de que se presenten, a través de acciones estatales que ofrezcan bienes públicos de calidad.
En este punto cobra lógica completar la paz negativa imperfecta del Gobierno de Santos con el enfoque de seguridad humana.
De acuerdo con la Dependencia de Seguridad Humana de la Organización de Naciones Unidas, la seguridad humana tiene como objetivo garantizar la supervivencia, los medios de vida y la dignidad de todas las personas en respuesta a amenazas existentes e inminentes de alcance generalizado y transversal; es el derecho de las personas a vivir en libertad y con dignidad, libres de la pobreza y la desesperación, disponiendo de iguales oportunidades para disfrutar de todos sus derechos y a desarrollar plenamente su potencial humano.
La seguridad humana, en lo operativo, trasciende de la seguridad ciudadana, relacionada exclusivamente con la violencia económica (atracos, hurtos, homicidios) y engloba seis (6) tipos de seguridad: seguridad económica, alimentaria, seguridad en salud, medioambiental, personal-comunitaria (“ciudadana”) y seguridad política; seguridades que en últimas son el deber ser de cualquier Estado Nacional contemporáneo, pero que no siempre son tenidas en cuenta por los Gobiernos de turno.
En ese contexto de paz y de seguridad humana, el papel de la juventud colombiana debería estar enfocado en dos frentes: el primero exigir del Estado el enfoque generacional en cuanto a la garantía de las seguridades humanas, como elemento de prevención de los conflictos sociales.
¿Acaso por tener menos de 30 años, no se puede tener acceso a empleo digno, alimentación balanceada o seguridad social de calidad?
Y en segundo lugar, continuar articulando las distintas expresiones juveniles que en distintos territorios, defienden distintos derechos humanos. Colombia está en pleno proceso de atomización lo que ha permitido que el populismo tenga un caldo de cultivo óptimo, el cual amenaza con avasallar al Estado Social y Democrático de Derecho colombiano.
¿Qué hará usted ante esto estimado joven colombiano?