Instalada la Asamblea Nacional Constituyente en Venezuela a pesar del rechazo de la comunidad internacional a la convocatoria que permitió su elección hace dos semanas y a las sombras de dudas sobre los resultados de las votaciones por un eventual fraude, el país vecino se sume en una grave crisis de poderes.
Tanto el gobierno del Presidente Maduro como la oposición han radicalizado sus posiciones. Desafortunadamente de nada ha servido la mediación del Papa Francisco, del expresidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, ni el constante llamado al respeto de la democracia o el diálogo que han hecho la OEA, los Estados Unidos, la Unión Europea o varias naciones latinoamericanas.
Durante más de 100 días de protestas, la cifra de muertos supera el centenar y es numerosa la cantidad de heridos. La crisis política se agrava porque ninguno de los dos sectores dan su brazo a torcer. Se mantienen los presos políticos y se anuncian nuevas detenciones al amparo de las decisiones que adopte próximamente la Constituyente.
El equilibrio de poderes se rompió con el desconocimiento de la Asamblea Nacional Legislativa elegida popularmente, de los gobernadores y alcaldes de oposición y de las funciones de la Fiscal Luisa Ortega Díaz, entre otros. Agravado todo con la detención de dirigentes de la oposición como Leopoldo López y Antonio Ledesma, además de personas que han participado en las jornadas de protesta, aunque luego les permitieran volver a sus casas.
La situación requiere una solución urgente. Por encima de los fallidos intentos de mediación, la comunidad internacional tiene una enorme responsabilidad y el deber de contribuir a una salida negociada que evite más muertos y se restablezca la democracia, a través de unas elecciones generales libres. Hemos visto a la ONU muy pasiva. Los organismos internacionales tienen una razón de ser y deben cumplir con su función.
De ser necesario, los presidentes de Latinoamérica podrían realizar de urgencia una cumbre a manera de retiros espirituales para intercambiar lluvia de ideas y entre todos mirar alternativas realistas sobre lo que se podría hacer en este momento de crisis y presentársela directamente al “Presidente” venezolano.
Desde algunos sectores se ha propuesto que se impongan sanciones económicas para bloquear y aislar al vecino país. Creemos que esta no es la solución porque a lo que puede llevar es a que Venezuela se convierta en Cuba.
El principal afectado con esta crisis es Colombia, ya que a través de su frontera común, miles de venezolanos llegan a nuestro país huyendo de la crisis humanitaria por la falta de medicamentos, alimentos, elementos de aseo o servicios básicos. Aunque desde algunos sectores se ha abierto la posibilidad para atender a estas personas, no podemos pasar por alto la situación interna nuestra que también requiere una solución inmediata.
Estamos de acuerdo en que debe haber un apoyo pero no podemos olvidar que el conflicto armado interno en Colombia dejó más de 5 millones de desplazados a quienes se deben atender. Hay una sentencia de la Corte Constitucional que se debe cumplir. Nos parece una irresponsabilidad enorme decir que estamos en capacidad de solucionar esta delicada problemática. Quienes están cruzando la frontera son personas en unas condiciones bastantes precarias, ya que les toco salir de afán, dejar su casa, en busca de oportunidades laborales o de un lugar donde vivir.
La situación es delicada porque se estima que un millón de personas podría llegar en los próximos meses tanto de colombianos que viven hace muchos años en ese país como de nacionales venezolanos, muchos de los cuales buscan como destino Bogotá, donde la atención de los desplazados de la violencia interna también está desbordada y no hay capacidad presupuestal ni logística para atenderlos. Hay que destacar que surjen problemáticas muy complejas, mujeres venezolanas que se dedican a la prostitución y personas que además participan activamente en política, lo cual es inadmisible.
Por esta razón y por las implicaciones internas que han tenido las decisiones como la convocatoria e instalación de la Asamblea Constituyente, así como el desconocimiento de la oposición creemos que se debe buscar un acuerdo para lograr una salida del poder del “Presidente” de Venezuela. La solución no es que los ciudadanos venezolanos se vayan, el que se tiene que ir es Maduro. Hay que trabajar en esa salida, con el menor traumatismo posible para el pueblo venezolano.