Varios analistas políticos han reiterado que hasta el momento no hemos podido inventarnos un mecanismo que remplace los partidos políticos en una democracia; ni las redes de interacción informática, ni las encuestas, ni las representaciones corporativas han podido sustituir el rol que cumplen los partidos políticos en una democracia liberal. Las decisiones democráticas dependen en lo fundamental del ejercicio electoral, que el ciudadano vaya a la urna y deposite su voto, cualquier otro mecanismo es complementario; las decisiones en democracia no se definen por las encuestas, ni por los trinos de twet o cualquier otro mecanismo informático. Adicionalmente, los miembros de un partido político deben compartir identidades políticas básicas y programáticas y si alguien no comparte esos consensos políticos, lo mejor que puede hacer es buscar acomodarse en otro, en el cual tenga más afinidades; como dice el adagio, no se puede celebrar misa católica con sacerdotes protestantes.
Esto es pertinente señalarlo porque como se ha puesto de moda acudir al mecanismo de las firmas -en la lógica de que una firma no se le niega a nadie- por aspirantes a ser candidatos presidenciales -algunos, a decir verdad, sin o con pocas posibilidades reales, pero a lo mejor quieren figurar y bueno eso es entendible, pese a lo costosa para la democracia-, debemos reiterar que hay partidos políticos y que ellos cumplen su función y que los fenómenos de corrupción no son necesariamente atribuibles a ellos, tienen más que ver con elementos culturales -¿acaso Odebrecht era un partido político? ¿No se trataba de un ente empresarial, una multinacional para ser más precisos, brasileña? para solo mencionar un caso-.
Tenemos partidos políticos para variados gustos, desde el campo de la derecha con el Centro Democrático, el Conservador, Cambio Radical, el Partido de la U, pasando por el centro político, con el Partido Liberal y Alianza Verde, hasta el campo de la izquierda, con el Partido ASI, el Polo Democrático, la Unión Patriótica y ahora estará el partido resultado del proceso de reincorporación de las FARC. Y quedan otros por mencionar como el Partido de influencia religiosa Mira y Opción Ciudadana y como dirían faltan datos de otros municipios.
Está muy bien que cada partido político adelante sus procedimientos internos para seleccionar sus candidatos con los mecanismos democráticos que a bien tengan y que posteriormente se adelanten procesos de coaliciones para llegar a opciones electorales con posibilidades de éxito, como la que están intentando los pre-candidatos Claudia López, Sergio Fajardo y Jorge Enrique Robledo y a lo cual no es descartable se sumen otros. De eso se trata la política electoral.
Lo que es poco creíble es cuando ciertos dirigentes o miembros de partidos políticos, que han desarrollado su actividad política al interior de los mismos durante largo tiempo, pretenden auto-presentarse como ‘independientes’ o como a-políticos, para tratar de enviar mensajes confusos o francamente engañosos a los potenciales votantes. Pero bueno, esto se hace porque desafortunadamente hay un sector de ciudadanos que termina creyendo en esos discursos y en esos candidatos.
Bueno que haya muchos candidatos de partidos políticos al Congreso y a la Presidencia y varias coaliciones electorales, si es lo que deciden, para que los ciudadanos tengamos en las elecciones del 2018 por quien votar, según las preferencias. Esa es una norma esencial de una democracia. Partidos únicos o candidatos únicos son indeseables.