El ELN ha planteado la participación de la sociedad en la superación concertada del conflicto interno armado, como un elemento central de la mesa de negociación. Esto se expresó en el pasado en su propuesta de Convención Nacional, concebida como un espacio de participación social diversa, en el cual se analice, discuta y se busque llegar a consensos acerca de los problemas relevantes de la sociedad, buscando que éstos se puedan convertir en una especie de ‘Proyecto de Nación’ hacia el post-acuerdo.
Hay que valorar como un aspecto positivo el que se haya producido este primer Acuerdo para realizar en Colombia una serie de Audiencias acerca del ’cómo de la participación’, invitando a las mismas a líderes sociales de las regiones y demás sectores de la sociedad. El proceso de diálogos entre el Gobierno Nacional y el ELN busca, al respecto, encontrar sus propias rutas metodológicas que le den su propia especificidad e identidad.
La participación es un ejercicio que se puede dar de manera individual y de manera colectiva, por lo tanto hay que considerar ambas posibilidades, privilegiando la segunda. La participación de los sectores organizados se debe expresar a través de sus liderazgos naturales. En eso es fundamental dar relevancia a los acumulados de conocimiento de los liderazgos sociales. Hay que estimular y garantizar que participen la mayoría, ojalá todos, los sectores de la sociedad.
Igualmente, para que la participación no sea un ejercicio ritual y frustrante, debe haber un compromiso claro, público y expreso de las dos Delegaciones de que se van a tomar seriamente en consideración los resultados de los ejercicios participativos de la sociedad –no significa que todo lo planteado se vaya a poder realizar, pero sí que se va a analizar seriamente-. Ya es un elemento valioso a destacar positivamente, que en estas primeras audiencias sobre el ‘cómo de la participación’, estén presentes de tiempo completo miembros de las dos Delegaciones de la Mesa de Conversaciones, escuchando directamente a los convocados.
Probablemente algo fundamental a tener en cuenta en estos ejercicios de participación social, es un adecuado nivel de realismo –cosa difícil cuando hay tantas necesidades sociales acumuladas-, pero necesario, si se quiere que haya respuesta positiva y no que suceda lo que pasa con frecuencia se presionan demandas que luego no son cumplidas.
Un desafío importante, cuando se habla de participación es ¿cómo lograr atraer e incentivar el interés de los colombianos que tradicionalmente no participan? Porque no debemos olvidar que casi la mitad de los habilitados a participar en convocatorias institucionales (por ejemplo las elecciones) no lo hacen; esto también se refleja en la precaria representatividad de la diversidad de organizaciones sociales –sindicales, empresariales, comunales, etc.- y políticas. Es decir, existen unas minorías activas y organizadas que están casi siempre prestas a participar, pero el gran desafío es cómo lograr que participen los que tradicionalmente no lo hacen, los descreídos, los que desconfían de las convocatorias institucionales. No hay respuesta fácil, pero es un gran reto.
Esperemos que una vez terminen estas primeras audiencias acerca del ’como de la participación’, la Mesa de Quito pueda definir unos procedimientos realistas del proceso de participación y unos temas relevantes a tener en consideración en los ejercicios participativos, que permitan que el ejercicio sea útil para avanzar en las conversaciones de Quito, pero especialmente para poder dar respuestas a las demandas sociales acumuladas en los territorios.