El precio de la gasolina es uno de los precios más relevantes por su efecto transversal en el sistema económico y su impacto tributario, razón por la cual los aumentos y reducciones del precio del combustible suelen estar enmarcados en el debate nacional con cierta reiteración, este mes el debate vuelve tras el incremento del precio que el ministerio de minas y energía decreto, incremento de 165 pesos por galón para 15 de las 18 principales ciudades pero que bate el record de precio más alto en especial en la ciudad de Bogotá donde el precio se sitúa en los $9.303 por galón.
El debate del precio de la gasolina es un tema complejo por las diferentes aristas que afectan el mismo, la primera es un tema de competitividad de la economía al ser un bien cuya característica es el de ser insumo para producir otros bienes o servicios como el caso de transporte que a su vez afecta todo el circuito económico, por otro la lado está la inflación que tiene una estrecha relación con el efecto anterior y por último pero no menos importante el tema tributario que se desprende de los impuestos que gravan al combustible y se reparten entre entidades territoriales (municipios y departamentos) y la nación.
Pero entender este debate hay que partir del hecho real que el precio de la gasolina no es un precio de libre mercado como lo son la mayoría de precios de la economía, sino que es un precio regulado y fijado por el gobierno nacional por medio del Ministerio de Minas y Energía.
El precio de la gasolina afecta la competitiva de la economía en la medida que si este es muy caro o sube demasiado obliga a las empresas transportadoras a subir sus precios para no ver reducidas sus ganancias como consecuencia de los incrementos de los costos operativos, como resultado del incremento del insumo primario de la actividad de transporte; entonces los productores de los diferente bienes se ven obligados a tomar la decisión de incrementar los precios de venta de los productos para no reducir sus ganancias o sufrir pérdidas; el incrementó de los precios finales es en sí mismo un efecto inflacionario que afecta a las familias al incrementar el costo de vida y reducir sus ingresos reales.
Pero el incremento de los precios finales también afecta a las empresas y a la economía en conjunto al restarle competitividad a los productos nacionales frente a los importados y encárese las exportaciones haciéndolas menos competitivas, el tema de la competitividad se explica sencillamente con un ejemplo; supongamos que un comprador va a la tienda y ve dos productos exactamente idénticos pero la diferencia es el precio de ambos, uno es más caro que el otro obviamente el consumidor va a preferir comprar el bien más barato, como consecuencia el productor de un bien caro no puede competir con el productor con el bien barato a menos que le baje el precio, este ejemplo muestra lo que le pasa a los productores nacionales cuando el precio de la gasolina se incrementa, los consumidores nacionales van a preferir comprar bienes importados por ser más baratos y los productores de bienes exportados van a perder mercado por bienes extranjeros que van a ser más baratos que los nacionales.
Pero por el otro lado está el tema tributario pues el 26% del precio de la gasolina corresponde a tributos que se gravan y que se distribuyen entre departamentos, municipios y el gobierno nacional, pero el tema tributario es complejo en la medida en que los departamentos y municipios pequeños que tienen problemas de sostenibilidad fiscal o bajos ingresos dependen en buena medida de este recaudo y la eliminación de estos tributos los llevaría a serios problemas financieros, razón por la cual a pesar de los múltiples esfuerzos de eliminar estos gravámenes no se ha podido por la resistencia de los departamentos.
Ahora bien, es una necesidad imperante eliminar los impuestos sobre la gasolina como lo ha manifestado reiteradamente el Senador Liberal Luis Fernando Velasco por sus efectos negativos sobre las familias colombianas al encarecer el costo de vida y el efecto perverso sobre los productores colombianos que les resta competitividad y limita la capacidad de crecimiento de las empresas, al facilitar la pérdida de mercado ante productos extranjeros y por ende restringiendo la capacidad exportadora de la economía, atando con grilletes el crecimiento de la economía.
Pero para eliminar este impuesto anti-técnico se requiere la voluntad política del gobierno para realizar una mini reforma tributaria con precisión quirúrgica que permita eliminar los tributos a la gasolina sin que se vean afectados los ingresos especialmente de los departamentos y municipios. Lo ideal sería solo eliminar estos gravámenes, lamentablemente la situación fiscal no permite eliminarlos sin una fuente de ingresos ciertas pues se traduciría un mayor déficit fiscal estructural del gobierno nacional que tendría que ser financiado con deuda pública y un desmejoramiento de las fianzas de los entes territoriales, en algunos casos llevando al borde del abismo por la incapacidad de sostener los gastos de funcionamiento.
Es decir el gobierno y el legislativo deben actuar conjuntamente para lograr eliminar este impuesto que afecta a todas las familias y empresas colombianas, sin en el camino desfinanciar las regiones, esto se logra de dos formas, una es creando un nuevo impuesto para que sea recaudado y distribuido por los departamentos y municipios (impuesto que no puede gravar ningún bien energético o no se estaría haciendo nada) y la segunda incrementar la tasa impositiva de los impuestos de recaudo regional ya existentes que permitan sustituir los ingresos que provienen del recaudo de los impuestos a la gasolina, cualquiera de las dos opciones tienen que ser graduales y no se pueden ser de aplicación inmediata pues siempre hay un proceso de acoplamiento entre regulaciones. Pero cualquiera de las opciones el gobierno debe trabajar conjuntamente con el congreso para eliminar este impuesto que daña a las empresas y familias colombianas.