La situación en la hermana Venezuela es insostenible, considero que sobre este punto existe una mayoritaria opinión en Colombia, como también existe un rechazo natural al régimen de Nicolás Maduro y las atrocidades que comete contra su propio país, pero en medio de toda la presión, de este terrible desastre humanitario, y de la necesidad de ponerle fin, la solución de una intervención Militar es la menos idónea, por cuatro motivos:
1. La historia de las intervenciones militares de Estados Unidos no es exitosa: La guerra no se gana al destruir al dictador, se gana al restablecer la democracia, algo que a Estados Unidos “le ha quedado grande” en las intervenciones militares a Irak y Afganistán, donde la institucionalidad sigue construyéndose luego de muchos años del derrocamiento de sus regímenes, y la violencia no se ha detenido.
Las guerras solo traen dolor, muerte, desolación, y aunque parecen efectistas, sus consecuencias son duraderas, generan odios y desorden social, que luego se paga a mediano plazo en el debate y convulsión de la sociedad que sobrevive a ellas, y Estados Unidos lo sabe por experiencia. Quizás lo mejor sería preguntar ¿Qué le interesa a Estados Unidos de una intervención en el vecino país?, ¿Cuál es el apoyo que tanto anuncia a Colombia frente a las provocaciones de Maduro?, y ¿Qué tantos sacrificios están dispuestos a realizar?
Es mi opinión, que una posible intervención de China y Rusia, es el menor de los problemas, y no estamos en el mundo militar del Siglo XIX, ni Venezuela es un país de medio oriente, ni América Latina es un escenario que esté listo para las consecuencias humanitarias y bélicas de una intervención estadounidense.
2. Las consecuencias en territorio colombiano serían una segunda tragedia humanitaria: El costo de la guerra es altísimo, el país que busca mantenerse en los senderos del postconflicto, que requiere grandes reformas sociales, y ha sido ejemplo de voluntad de paz, no puede ser el actor de una intervención militar.
La tragedia vendría por partida doble, por un lado, aún si omitiéramos la evidente inferioridad de las Fuerzas Armadas de Colombia en términos armamentistas, la probabilidad de que territorio colombiano y por lo tanto la vida de nuestros compatriotas sea sacrificada, es altísima, y por el otro, se calcula que la tragedia en Venezuela podría entregarnos en cuestión de días la llegada de 5 millones de venezolanos extras a los que ya han migrado.
3. Todos saben cómo inicia una guerra, pero no como termina: Sería muy ingenuo pensar que una intervención a Venezuela apoyada, o realizada con auspicio colombiano, sería una misión quirúrgica con bajas colaterales controlables, como si se tratara de sacar una espinilla, cuando Venezuela sufre una pavorosa enfermedad estructural, que no se soluciona capturando un puñado de líderes chavistas.
Lo cierto es que ante una intervención de este tipo, toda su planificación es posible y medible, pero sus consecuencias reales y el “cómo terminaría” son insospechadas. Por ejemplo, el régimen venezolano ha venido armando a sus simpatizantes en las llamadas Operaciones para la Liberación Humana del Pueblo (OPLH), lo que significa la organización de civiles armados para el mantenimiento del régimen en el poder, justo el campo donde más fracasó Estados Unidos, una guerra de milicias que podría durar décadas.
4. El problema de Venezuela es muchísimo más grande que el mantenimiento o no del régimen de Maduro: Sin lugar a duda, es necesaria una transición democrática en Venezuela, nadie cree que la situación es estable o sostenible, pero es errado pensar que todos los males de ese país se solucionan al derrocar a Maduro.
La crisis económica, el desabastecimiento, la inseguridad, y la parálisis misma que vive ese país, requieren medidas de fondo, un plan que va mucho más allá de lo militar, y pasa por comprender la complejidad de esos desafíos y como una intervención militar dejaría en una situación aún más precaria y caótica a Venezuela.
Pensar que sus males se acaban sacando a los que hoy se aferran al poder, es cegarse por el odio a unos líderes, y no pensar en las soluciones y planes que debe tener el país a largo plazo para su recuperación, claro que ellos deben irse, pero luego de eso, los planes de fondo deben ser consensuados por los propios venezolanos, pues es inútil imponer desde Estados Unidos una hoja de ruta a un país, tanto por los resultados deficientes que ha tenido esa potencia imponiéndolo en otras regiones del mundo, como por la necesidad de que el país adquiera autonomía para el mantenimiento de su propio sistema político.
Quizás escribo esto, no pensando en que realmente vayamos a la guerra, sino pensando en aquellos que creen que la guerra es realmente la única, infalible, y necesaria solución, quizás es muy probable que una salida no violenta o al menos no tan violenta, tarde más tiempo, y no sea en principio tan adversa para los líderes del actual régimen, pero una intervención militar a nuestra nación hermana sería un error histórico.