El deterioro de la calidad de vida del pueblo de Venezuela, sumado al quebranto institucional creado por el chavismo, ha generado una crisis que no termina por tocar fondo. La República Bolivariana es como una olla a presión cuya válvula es apretada por el régimen encabezado por Nicolás Maduro, impidiendo liberar la tensión acumulada, lo que podría llevar a una situación explosiva y violenta. La única manera de impedir este escenario es:
Presionar de tal forma al régimen de Maduro para que este se vea en la necesidad de abandonar el cargo, y así se proceda a la instalación de un gobierno de transición que habilite un canal humanitario que permita recibir alimentos y medicinas, para posteriormente convocar, en un tiempo prudente, elecciones generales que normalicen, primero la situación política e institucional, para luego tomar las decisiones necesarias para estabilizar la estructura productiva del país.
Esta presión pasa principalmente por que la ciudadanía venezolana se movilice masivamente en las calles, amparada en el artículo 350 de la Constitución del país, que establece “El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos”.
No se puede reconocer un gobierno que se aferra a un poder que ya no tiene, pues las mayorías ciudadanas no lo acompañan. Un gobierno que convoca y gana elecciones tipo “sastre” …a la medida. La presión de la gente en la calle, en manifestación de su derecho a la desobediencia civil, sumado al desconocimiento internacional del gobierno, generara con el paso del tiempo una ruptura en la unidad de las fuerzas militares, que son el soporte que hoy mantiene al régimen en el poder. Una vez los militares, le den la espalda al gobierno, este caerá por el mismo peso de su incompetencia.
Ahora bien, la oposición que ha recuperado la iniciativa política, proponiendo y estimulando las movilizaciones, nombrando un gobierno de transición, y haciendo llamados a los militares para que restituyan el orden constitucional quebrantado por Maduro, debe establecer un mínimo canal de comunicación con el régimen para catalizar su salida en donde participe el líder de la oposición, Juan Guaido y países garantes, de tal forma que el gobierno al negociar su salida, entregue el poder con la menor oposición posible, evitando así la escalada del conflicto y la confrontación social. Mientras más amenazado se perciba Maduro, tratara de llevar la situación a su máxima tensión, apelando a la violencia. Por ello en la medida en que se presiona a las fuerzas armadas para que dejen de apoyar la dictadura, y se presiona políticamente al régimen, se le debe plantear una salida a la cúpula chavista para que entreguen el poder con el menor costo posible, en términos de violencia y perdida de vidas humanas.
En ultimas lo que el pueblo de Venezuela desea es que maduro se vaya, y entregue el poder, para a partir de ese momento iniciar la difícil tarea de reconstruir el país, entre todos, oposición y chavismo, porque incluso en las marchas del 23 de enero quedo en evidencia que una gran cantidad de los sectores populares, históricamente afines al proyecto bolivariano, hoy no acompañan a Maduro.