El anuncio de la candidatura de Ángela Garzón por parte del Centro Democrático, no sólo ha generado burla hacia el exrepresentante Samuel Hoyos, quien con su actitud un tanto petulante, con su antipetrismo rabioso y sus precariedades ortográficas se hizo un espacio en la opinión pública, sino que también generó rabia en parte de sus seguidores uribistas, quienes ya anunciaron en redes su apoyo al precandidato Miguel Uribe Turbay.
Miguel, quien de acuerdo con un informe reportado en Código Caracol a inicios de mes, se puso furioso por una carta de las bases liberales de Bogotá dirigida a la Dirección Nacional Liberal donde manifestaban el apoyo hacia la Presidenta del Directorio Liberal de Bogotá Olga Lucía Velasquez y se le pedía el aval a ella, según el mismo informe, tendría el apoyo del Senador Horacio José Serpa, algo apenas lógico, ya que fueron compañeros de Bancada en el Concejo Distrital.
Recordemos que el Senador Serpa Moncada, fue uno de los primeros en salir a pedir el aval rojo al “brillante” candidato presidencial por el Centro Democrático en 2018. De seguro el senador no podía en ese entonces deducir que semejante lumbrera fuera a terminar siendo senda lámpara en el Gobierno. Un fallo en el cálculo (¿?).
Ahora bien, Miguel, al aparecer en fotos públicas con el senador Serpa Moncada y con el precandidato al Concejo y virtual concejal Samir Abisambra, reitera que su estrategia electoral es la de continuar la alianza liberal uribista de 2018, ya que Samir fue uno de los primeros liberales en irse en plena campaña presidencial de Humberto de la Calle a la campaña de Duque.
A simple vista, esa estrategia salió fortalecida ayer con el anuncio de la candidatura de Garzón, para muchos uribistas purasangre, una bofetada hacia los ideales de línea dura que representaba Hoyos. De seguro que en el hipotético caso de una consulta interpartidista de centro derecha entre Uribe Turbay y Garzón, saldría victorioso el primero y como a la gente del Partido Liberal en los últimos tiempos le gusta tener victorias pírricas, a Turbay le darán el aval prometido, aun cuando él se inscriba a esa consulta con su muy publicitariamente azul movimiento “Avancemos”, que dicho sea de paso, no tiene nada de novedoso, ni en nombre ni en logos.
Ahora, en el caso contrario, si es que los votos de la maquinaria de concejales liberales que apoyan a su excolega no les alcanza para ungirlo como el uribito rolo, a la Dirección Nacional Liberal tampoco le quedará difícil darle el aval a Ángela Garzón, quien ya fue directiva del Partido y candidata al Concejo Distrital por el trapo rojo no hace mucho.
Lo importante es subirse a un tren, no importa el color.
Pragmatismo utilitarista pleno y puro.
Todo lo anterior sucederá en el escenario que se le dé el aval liberal a Uribe Turbay, pero ¿qué pasaría en el remoto caso de que se le diera el aval a Olga Lucía Velásquez?
No sólo se daría un mensaje de coherencia interna ante la opinión pública, al reconocer que los avales se entregan por méritos propios a personas que se han mantenido firmes ante las adversidades internas y electorales, a personas dedicadas a servir y no a ser servidos, sin pataletas ni señalamientos inoficiosos, sino que se podría utilizar para medio limpiarle la cara a un maltrecho partido que aun cuando haya salido la semana pasada a decir que apoya a la Jurisdicción Especial de Paz, contrariando al Gobierno Nacional y en las encuestas de preferencia siga encabezando la lista de partidos y movimientos políticos, aún no logra ser creíble entre un sector importante de la opinión púbica nacional, por ser precisamente ellos, quienes abandonaron las banderas de la paz que tenía su candidato presidencial y optaron por apoyar al brillantísimo candidato uribista, a pesar que su partido había dicho públicamente que iba a hacer trizas el Acuerdo si llegaba a gobernar.
Olga Lucía, si fuera la candidata liberal, verdaderamente de centro izquierda, como se asume estatutariamente el Partido Liberal Colombiano, podría ser la figura que recoja la bandera que Rafael Pardo hace cuatro años firmemente enarboló, con la que posicionó al liberalismo como una verdadera opción de poder en Bogotá, pero definitivamente no podría llegar sola.
Si Olga Lucía fuera investida candidata a la Alcaldía, lo sería con la condición de ir a la consulta interpartidista de los sectores alternativos y de centro izquierda. Aunque recoja el apoyo de Pardo a su candidatura, la epopeya de hace cuatro años, ya no se podrá repetir ante el actual momento que vive el electorado de la ciudad.
En definitiva, en ninguno de los dos casos el liberalismo de manera solitaria podrá llegar a ser opción de poder en Bogotá.
Aun cuando Uribe Turbay pueda recoger la gran mayoría de votos de derecha (y que equipos de campaña de Congresistas del Centro Democrático le compren votos a 200 mil pesos), ante la opinión pública siempre será el elegido de Peñalosa, el que sin lugar a dudas pasará a la historia como el más desastroso Gobierno Distrital de las últimas dos décadas.
Olga Lucía, si va a una consulta interpartidista de los sectores alternativos, no logrará ganar ante la novedad de candidatos como Luis Ernesto Gómez o ante la experiencia y serenidad que propone Antonio Navarro.
Pero si lo de Alcaldía no es suficiente, para Concejo las cosas pintan más feas.
Muchos están haciendo campaña bajo el supuesto que la Bancada Liberal se reducirá a dos o máximo tres concejales, ya que como dicen muchos, lo malo de las maquinarias es que estas son estáticas, no crecen. Algunos se atreven incluso a ponerle nombre propio a esas curules: Germán García Maya, Samir Abisambra y María Victoria Vargas en ese orden.
Parece ser que el liberalismo, al menos en Bogotá, quedó relegado a ser el odioso centro, un simple endosador de votos.