La grave situación que están viviendo los Acuerdos de Paz, se veía venir. No era un secreto para nadie que las fuerzas derechistas del Centro democrático, después de conseguir la presidencia de la república en la persona de Iván Duque, llegarían para hacer trizas los Acuerdos, como abierta y estruendosamente lo habían manifestado y ratificado en la plaza pública. En forma consciente el presidente fue demorando la decisión, de sancionar u objetar el texto de ley de la JEP, aprobado por el Congreso Nacional y revisado por la Honorable Corte Constitucional, mientras sus más cercanos colaboradores daban las ultimas puntadas a nivel nacional e internacional, para que producido el hecho la capacidad de respuesta de la sociedad colombiana fuera tardía y errática.
Pero no ocurrió así. Terminada la alocución del presidente Duque, en el que anunciaba su decisión de objetar por inconveniencia seis artículos del texto debidamente tramitada por el Congreso de la república, revisada y aprobada por la honorable Corte Constitucional, en todo el país y en el exterior comenzaron a oírse voces autorizadas de los partidos políticos, del señor Procurador de la nación, de la iglesia, del movimiento social colombiano, de profesores universitarios, de la ONU y otros, que rechazaban, con sobrados argumentos, la actitud del presidente al desconocer olímpicamente una norma que ya había cumplido todo su tramite constitucional.
Lo que verdaderamente está en juego es toda la estructura jurídica firmada por las Farc con el presidente Santos. El senador Álvaro Uribe Vélez, ha estado en su contra desde los mismos días en que se logró tan crucial y estructurado Acuerdo. Por eso fue que el Centro Democrático orientó todos sus esfuerzos a derrotar el Plebiscito, que buscaba de una vez y por todas aprobar los Acuerdos de Paz. Sin embargo, el presidente Santos y su equipo de Paz lograron llevar a la Justicia Especial para la Paz -JEP- hasta su aprobación ultima por la Corte Constitucional, después de haber realizado todo su paso por el Congreso de Colombia.
Como el Centro Democrático, que es la expresión política de los terratenientes, no pudo enterrar los acuerdos de Paz en la época del Plebiscito, donde llegaron a pedir la renuncia del presidente Santos, se reservaron hasta las elecciones presidenciales y allí Duque con todas sus estratagemas hizo creer que el estaba por la Paz y que jamás permitiría hacer “trizas los acuerdos”. Hasta que se consolidó en la Presidencia y ahora muestra su verdadera intensión. Duque, con paciencia de relojero, esta desarmando todo el delicado entramado jurídico que se logró construir en los seis años de conversaciones de Paz, en la Habana, Cuba.
Solo pediríamos sindéresis a la actual administración. La presencia de la violencia, al menos en estos últimos tiempos, lleva ya más de 55 años. Con los acuerdos hemos logrado reducir los altos índices de homicidios, las gentes pudieron regresar al campo y ponerlo nuevamente a producir. El hospital Militar de Bogotá, y esto es noticia mundial, ha cerrado varias salas donde se atendían soldados heridos en las confrontaciones armadas, diarias del pasado. Es indiscutible que existe un ambiente nuevo de manejo de las contradicciones a través de la política. Presidente Duque no pase usted a la historia como el joven presidente que trajo nuevamente el odio y la violencia a su país. Este sería un cargo demasiado duro en el futuro para sus hijos inocentes.
Quiero terminar trayendo a este articulo las sabias palabras de un estadista nacional, Horacio Serpa. Cuando remató su más reciente columna de prensa diciendo: “Que nadie se siga llamando a engaño. Desconocer las bondades del Acuerdo de Paz no solo es torpe, sino desconocer la palabra empeñada y echar por la borda el hecho mas conveniente, que en favor del pueblo ha ocurrido desde la Independencia. Aquí no puede caber la politiquería ni el pedestre argumento de que fue firmado por el anterior gobierno y no obliga al actual. Nos obliga a todos, pues fue aprobado por el Congreso Nacional y legitimado por la Honorable Corte Constitucional”.