Volver a la Plaza de Bolivar

Opinión Por

Volver a la plaza de Bolívar en Bogotá, siempre es motivo de alegría. Es, precisamente, allí donde se han dado cita las más significativas convocatorias en nuestra accidentada vida democrática. Son especialmente recordadas las concentraciones que realizó “el tribuno del pueblo”, Jorge Eliecer Gaitán, cuando era eminente la guerra que el régimen conservador desataba contra el pueblo liberal, a los inicios de los años de 1948. Allí, en la Plaza de Bolívar, Gaitán convocó la histórica marcha del silencio por la Paz y aun resuenan en sus espacios sus proféticas palabras que no fueron tenidas en cuenta, y por el cual nuestra sociedad ha tenido que pagar una deuda infame de homicidios, desplazamientos y sangre.

En esta oportunidad, lunes 18 de marzo, nos convocábamos todos los sectores demócratas y liberales, porque se siente en el ambiente una nueva y descarada arremetida de los conocidos sectores de derecha contra la JEP, que es la columna vertebral de los Acuerdos de La Habana, Cuba, firmados entre el gobierno Nacional y la organización guerrillera “Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Farc”.

Fue un ejercicio de alta democracia. Vimos llegar las columnas de los maestros animando la marcha con sus inteligentes consignas. También entraban a la plaza, con fuerza y energía, las huestes de los trabajadores sindicalizados y organizados en la CUT. El partido Verde y la Colombia Humana, avanzaban coreando sus consignas. Me impresionó, gratamente, la presencia de centenares de jóvenes proclamando sus lemas de defensa a la Paz y diciendo “atrás”, a las medidas de corte reaccionario que buscan la guerra. “No a la guerra”, decían todos al unísono.

Gratamente impresionado quedé cuando advertí la presencia de viejos luchadores demócratas. Allí estaban marchando personajes de la vida nacional como el profesor universitario y ex. codirector del Banco de la republica Salomón Kalmanovitz. Un poco atrás, caminaba sonriente y seguro, el exministro de salud Eduardo Diaz Uribe, dando compañía a los centenares de mujeres y de hombres que arribaban, coreando la Paz, a la Plaza.

Producía alegría ver los líderes políticos alternativos acompañando a los manifestantes y ellos, a su vez, acompañados de sus seguidores, como el caso del senador Iván Cepeda que desataba aplausos en medio de los asistentes. Y como no destacar la presencia de ese líder popular, desde nuestros años en la Universidad Nacional, el profesor Jaime Caycedo Turriago, al frente de su compromiso político con el país y con su partido político seriamente comprometidos con la Paz, la justicia y la democracia.

Hay que reconocerlo y decirlo, fue una marcha y una manifestación serena, pacifica y llena de respeto. Se envió un mensaje contundente a quienes pretenden llevarnos nuevamente a la guerra, con mentiras y falsos testimonios. El país ha madurado políticamente y está decidido a salir a la calle para que se respeten sus derechos humanos. Ya no volverán a caer en el espacio de las provocaciones. Todos los días seremos mas conscientes que la Constitución política esta hecha para cuidar y defender a los más débiles e indefensos. No nos asustaran con las armas. En nuestras manos están las leyes por las que trabajaremos y lucharemos hasta hacer realidad nuestra consigna: Paz y reconciliación para todas y todos los colombianos.

En medio de una luna llena que alumbraba la plaza nos fuimos despidiendo entre todos, satisfechos de haber realizado otro gesto en beneficio de la nación colombiana y ratificando que volveremos a la legendaria plaza de Bolívar, las veces que sea necesario, para defender a la maltratada sociedad y ratificar la vigencia de la Paz.

Presidente del Comité Permanente de defensa de los DD.HH. Fue Embajador de Colombia en Europa. Trabajó en el Programa de Paz de la Universidad Pedagógica de Colombia, y es un reconocido defensor de Derechos Humanos.