Los años pasaron demasiado rápidos y casi sin darnos cuenta llegaron los 20 años de esta fecha luctuosa en la que los asesinos, amparados en las sombras de la madrugada segaron para siempre la vida de ese joven promisorio y brillante conocido como Jaime Garzón, el amigo de Siempre.
Los recuerdos de esa amarga fecha se mantienen imborrables en nuestros cerebros. Muy temprano, resonaron los teléfonos de mi casa. Eran el profesor Beethoven Herrera y mi hermano David quienes profundamente angustiados me decían que, llegando a su trabajo en la emisora de Yamid Amat, los asesinos habías descargado sus armas en la indefensa humanidad de Heidi, como lo llamábamos cariñosamente y su muerte se produjo a los pocos segundos, quedando el cuerpo sin vida, sobre el timón de su camioneta.
Maldije el momento en que me faltó más contundencia para habérmelo llevado a los Santanderes y Venezuela, cuando en una invitación muy especial a su apartamento nos informó a Francesco Ambroci y a mí, que Carlos Castaño, jefe de las AUC, lo había declarado objetivo militar y ya los asesinos pagados lo andaban buscando en Bogotá para asesinarlo.
La suerte estaba echada. Solo un plan rápido y novedoso era él podía salvarlo. Escaparnos esa misma noche y amanecer en la frontera con Venezuela quitándoles la iniciativa a sus asesinos, era la única esperanza. Lo sentí indeciso y era apenas lógico. Nos planteó que iba a ir hasta la penitenciaria de La Picota donde le garantizaban una conversación vía celular con el jefe paramilitar Castaño.
Al despedirme con un abrazo fraterno, sin imaginar que era el último que nos dábamos, logré advertirle que no se “durmiera sobre el veneno” que yo consideraba muy grave la amenaza y sobre todo teniendo cuenta que ya los asesinos habían recibido su paga.
Nos llamamos unos escasos días después y me impresionó verlo tan confiado. Me dijo que estaba hablando con Castaño desde la cárcel y había logrado que dieran la contra orden de no matarlo.
Las balas de los sicarios que le arrebataron su vida, acabaron para siempre la sonrisa con la que había acostumbrado al país a reír en medio de esa ola impresionante de asesinatos que cubrían a Colombia a todo lo ancho y lo largo de su compleja geografía.
Jaime se distinguió en su vida por ser un amante de la justicia social, de los Derechos Humanos y de la Paz. Cuando conoció en la Universidad Nacional de Colombia el ideario del sacerdote y profesor universitario Camilo Torres Restrepo se comprometió con sus ideales de justicia social, pero comprendió que no podía ser a través de la lucha armada su realización si no a través de la risa como podía llegar al alma de los humildes de Colombia y allí orientarlos con un proyecto político de grandes reivindicaciones.
Cercano al ELN se inclinó por formar parte del grupo “El Replanteamiento” que con valentía cuestionó las practicas militares y terroristas de la guerrilla. Como detectó que no teníamos estructura organizativa impulsó la creación de su histórico movimiento “Rotundo Vagabundo” donde nos hicimos militantes sus viejos compañeros como Franco Ambroci, María Teresa Penazzo, Beethoven Herrera, Gloria Amparo Acosta, Alberto Rodríguez, Laura Vitale, Myriam Bautista, Hernando Corral, Carlos Londoño, Gladys Becerra, Elizabetha Morelli, Ramon Jimeno, Alonso Ojeda Awad y otros que están por llegar.
Al interior de las tertulias de dicho Movimiento llenas de afecto, humor, filosofía y política no solo se descubrió el fino humorista sino además se construyeron sueños, proyectos, ilusiones y afectos que quedaron truncos con su repentina muerte.
Pasaran los años y por Siempre nuestros corazones recordaran al inolvidable Compañero Jaime Garzón.