Siempre que escucho ese profundo poema del dramaturgo y poeta alemán Bertolt Brecht: “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero los hay que luchan toda la vida: Esos son los imprescindibles”, me viene a la memoria la figura gallarda y combativa, por los principios de libertad y justicia social, de Horacio Serpa Uribe.
Lo conozco como amigo y compañero de sueños por las reivindicaciones sociales, desde hace más de cincuenta años. Nuestros orígenes mutuos provenientes de familias liberales enraizadas en la dolorosa “Guerra de los Mil días” nos acercó en la década de los años 60 al despertar político que nació con la Revolución Cubana y el sueño dorado de Fidel y el Che en la Sierra Maestra.
Su emblemático colegio “Santander” en Bucaramanga, como el mío “EL Caro”, en Ocaña, nutrieron raíces de libertad y acercaron a otros compañeros que fueron consumidos, inexorablemente, en ese fuego irracional de la lucha armada, como el caso doloroso de Ricardo Lara Parada, asesinado por las mismas balas del ELN, y el máximo sacrificio el del capellán universitario Camilo Torres Restrepo muerto en un confuso, extraño e inexplicable combate en la selva colombiana.
En una conversación muy sincera que tuvimos hace algunos años el Doctor Horacio Serpa me dijo, con la franqueza que lo ha caracterizado durante su vida que, si no se va a estudiar Derecho a la Universidad del Atlántico, en Barranquilla, hubiese terminado muerto en el ELN, como ocurrió con muchos de sus compañeros de estudio.
Pero la vida le tenía diseñado un plan diferente. Su reciedumbre de carácter y su profunda honestidad política lo llevaría a convertirse en el indiscutible dirigente liberal de Santander, con profundo compromiso con los sectores más humildes e indefensos de Barrancabermeja y del Magdalena Medio. Sin embargo, exigido por la profunda dinámica política de esos tiempos, su nombre fue considerado para representar los altos ideales liberales en la Procuraduría General de la Nación, después del asesinato aleve del Procurador en ejercicio, Carlos Mauro Hoyos, ordenado por Pablo Escobar Gaviria.
Gracias a su oportuna y transparente gestión como Procurador General de la Nación, encargado de la protección de los Derechos Humanos de los ciudadanos, los servicios secretos de los militares suspendieron para siempre los constantes allanamientos que realizaban en mi casa a horas de la madrugada, interrumpiendo el sueño de mis hijos, menores de edad, el de mi señora esposa y el de mi madre, quien vivía con nosotros en esos azarosos tiempos.
Los profundos vientos transformadores que reclamaban una nueva carta de navegación para la nación terminaron imponiendo la Constituyente de 1991. El partido Liberal llevó hasta la presidencia colegiada de la misma a Serpa. Allí sobresalió muy alto su pensamiento renovador y muchos de los pasajes vitales de la nueva democracia que vivió el país, a partir de su promulgación, se debieron al carácter libertario y de libre pensador que siempre ha caracterizado al Dr. Serpa.
La identificación ideológica con el Expresidente Ernesto Samper lo llevó a su movimiento “Poder Popular” y acompañarlo en el desafío de lograr la Presidencia de la Republica. Las plazas colombianas escucharon de nuevo los planteamientos sociales y renovadores que exigía la sociedad colombiana en boca de uno de sus hombres más pulcros y comprometidos con la bandera liberal heredada desde los campos de guerra de Palonegro. Santander.
Lo acompañé intensamente en estos esfuerzos eleccionarios que dieron como resultado el triunfo liberal y la Presidencia de la república para nuestro candidato, el Dr. Ernesto Samper. Pero las poderosas fuerzas conservadoras, aliadas con la embajada de los Estados Unidos desataron una infecciosa campaña contra el presidente elegido y allí volvió a surgir el imbatible guerrero santandereano que desarmó cada una de las falsa acusaciones contra el presidente y salvó la estabilidad democrática de la nación, impidiendo un golpe de Estado.
Era el momento histórico de Serpa y el pueblo le concedió el triunfo en la primera vuelta presidencial. Sin embargo, las fuerzas conservadoras se unieron en el famoso “Toconser”, “Todos contra Serpa”, logrando en base a una campaña mentirosa derrotarlo en la segunda vuelta.
Insistió como Salvador Allende varias veces en el intento de lograr la presidencia para impulsar desde allí la más grande y profunda reforma social que el país ha venido pidiendo a gritos. Las fuerzas oscuras y enemigas del cambio social le cerraron las puertas.
A la altura de sus años persiste, contra viento y marea, en lograr ese Proyecto de Nación Ético, solidario, profundamente democrático, pacifico, ecológico, socialmente justo y honrado, donde se haga realidad la esperanza del país de nuestros sueños.
Por todo esto y por mucho más, estoy convencido que Serpa es la conciencia ética y moral de nuestra nación. Ejemplo para nuestras juventudes que se levantan en medio de una profunda polarización de fuerzas dentro de la sociedad, mientras que los sectores sociales, más desprotegidos, en medio de la muerte, siguen buscando, afanosamente, los caminos éticos y democráticos que le garanticen el cumplimiento sagrado de nuestra Constitución política.
Allí esta Serpa, al lado de las luchas inconclusas de los humildes y de los desheredados de la tierra, dispuesto a entregar hasta su sangre por la realización definitiva de una Colombia en Paz y en verdadera justicia social.