Tras cuatro años de vivir uno de los días más amargos de los que tenga memoria, comparto con ustedes este breve relato que escribí pocos días antes del plebiscito de 2016; con el deseo de manifestar que, a pesar de las dificultades, debemos insistir desde la ciudadanía en la construcción de la paz…es el puerto de destino que merece Colombia y su gente.
Escribo esto faltando 15 días para el que estoy seguro será el más importante políticamente hablando para mi generación. Los ciudadanos de Colombia hemos sido convocados para el 2 de octubre de este 2016 por el Presidente de la República a un plebiscito donde se decidirá si se aprueba o no el acuerdo alcanzado con la guerrilla de las Farc, mi voto será por el SÍ. Como miles de familias colombianas la mía no estuvo exenta de la violencia. Cuando apenas tenía 3 meses de nacido mi padre murió, a sus 33 años, a manos de la guerrilla. Por supuesto no sufrí su muerte, era muy pequeño y no tenía si quiera conciencia de mi propia existencia, pero sentí su ausencia e incluso hoy a mis 26 años ese vacío se vive.
Apoyo el SI, no solo porque creo que los acuerdos alcanzados con las Farc están dentro del marco de la sensatez, porque nos permitirán como sociedad crear un nuevo escenario para pensarnos a Colombia (piensen cuantos Presidentes se han elegido por el tema de la lucha contra las Farc, mientras otros países eligen a sus líderes por temas como educación, salud, generación de puestos de trabajo, y distribución de riqueza etc.) sino porque creo que terminar el conflicto que produjo tantas víctimas es el mayor reconocimiento y honra a la memoria de todos aquellos que murieron en él …como mi padre.
No soy tan ingenuo para pensar que, si gana el SÍ, este país será un paraíso terrenal, pero tengo la absoluta convicción de que un triunfo del SÍ es por mucho más conveniente que un triunfo de su opuesto…Colombia lleva 52 años diciendo NO, y ahí están más de 230.000 muertos, 5 millones de desplazados y más de 230 billones de pesos gastados en guerra para recordárnoslo.
Papá, sé que el triunfo del SÍ no me permitirá retroceder al pasado y darte los abrazos que nunca te di, escuchar los consejos que nunca llegaron, oír tus palabras de orgullo por mis triunfos, jugar futbol como lo hacen sus padres con los hijos en las películas, o volárnosle a mi mamá para compartir una tarde juntos. Pero si la sociedad colombiana le da una oportunidad a la paz tendré la tranquilidad de que en el futuro más niños no vivirán lo que a mí me tocó vivir por causa de la existencia de la guerra, y eso sin duda es un gran avance.
Papá…te llevo en mi carácter y mi nombre, y por tu memoria y la imagen que he construido de ti a través del relato, yo digo Si a una Colombia más normal, a una Colombia que use sus recursos en escuelas, hospitales, escenarios deportivos y no en helicópteros o bombas. En una Colombia donde no estemos condenados a ver en el noticiero del medio día la novedad que nos trae el conflicto, en una Colombia que con todos sus problemas, se dé a la tarea de abrir tras 52 años la puerta de la paz…para a partir de ahí construir un país mucho mejor que el que hoy tenemos, y algún día contarle a esos nietos que como yo no te conocerán que mi generación le puso fin a la guerra en nuestro país.