Fue en el año de 1963 cuando nuestra emblemática generación médica llegó a los claustros históricos de la facultad de Medicina de nuestra entrañable Universidad Nacional de Colombia. El año inmediatamente anterior, el de 1962, había sido un año especialmente duro en lo que tenía que ver con la protesta estudiantil. Los universitarios tenían grandes y profundas heridas causadas por el “establecimiento” gubernamental. La masacre de los universitarios, el 8 y 9 de junio de 1954, a manos de las tropas militares, bajo la dirección del dictador Gustavo Rojas Pinilla y que habían ocurrido escasos 8 años antes, era una herida abierta y sangrante en el alma de la Universidad Nacional.
Por esta razón, la protesta fue muy dura. El emblemático periódico estudiantil “Bisturí”, de la facultad de Medicina había publicado el texto completo de “La Segunda Declaración de La Habana” y la Rectoría consideró este gesto como subversivo y ordenó la expulsión de los dirigentes estudiantiles, en los que sobresalían dirigentes de talla nacional como: Julio Cesar Cortes, Hermías Ruiz, Guido Lastra, entre otros.
Este hecho alevoso contra la dirigencia estudiantil de Medicina llevó a nuestro querido y recordado capellán Camilo Torres Restrepo a solidarizarse con los estudiantes expulsados y a solicitar, respetuosamente, se reconsiderará la medida. El rector de ese entonces estalló en furias y solicitó al Cardenal Primado de Colombia Concha Córdoba, sanciones ejemplarizantes contra el padre Camilo. Camilo fue recriminado en publico por su solidaridad manifiesta con los dirigentes estudiantiles.
La reacción de la masa estudiantil no se hizo esperar. El jueves siguiente fue convocada una apoteósica manifestación estudiantil hacia la plaza de Bolívar, que, por su magnitud y desafío, sorprendió a la opinión nacional. De regreso al campus, la marcha estudiantil derribó por tierra las estatuas de dos ilustres nortesantandereanos: El general Francisco de Paula Santander y el político conservador y poeta ocañero José Eusebio Caro.
Cuando esta generación, mi generación, entró en el año de 1963 al campus universitario, el pedestal de las estatuas se encontraba desocupado en medio de donde hoy se levanta la importante facultad de sociología de la Nacional fundada gracias a la visión histórica de sus profesores: Camilo Torres Restrepo, Eduardo Umaña Luna y Orlando Fals Borda.
Este era el universo real y la situación concreta que percibimos esta legión de bachilleres, quienes arribamos en el año de 1963. Oscuros nubarrones de lucha social inundaban el ambiente nacional. Escasos meses más adelante Camilo comenzaba hacer realidad su consigna social: “El deber de todo cristiano es ser revolucionario y el deber de todo revolucionario es hacer la Revolución”.
En medio de un agitado ambiente social, marcado por la presencia de las guerrillas a nivel nacional e internacional, pudimos responder al exigente plan de formación académica. Mi cercanía al padre Camilo Torres Restrepo orientó mis pasos al viajar a Cuba para estudiar y conocer más a fondo la construcción de una nueva sociedad socialista que comenzaban a construir Fidel, el Che, Raúl y sus legendarios combatientes de la Sierra Maestra.
Fueron años muy duros y peligrosos. En una fatídica, confusa y extraña emboscada cayó la esperanza de los humildes y desheredados de Colombia: El padre Camilo Torres Restrepo. Meses después cayó el Che en Bolivia en medio de un impresionante cerco enemigo. El corazón de mi padre, previendo la complejidad de los tiempos que se avecinaban, no resistió la crudeza y una noche florecida y perfumada de jazmines del mes mayo, se durmió para siempre en su Ocaña del alma.
Logramos, por fin, la exigente formación médica. Y el 2 de noviembre de este año en curso la Dra. Mireya Pulido de Álvarez y el Dr. Alfonso Díaz, en su condición de directivos de nuestra Asociación de Egresados de hace 50 años, nos concedieron el reconocimiento médico de 50 años de ejercicio con el deber cumplido.
Por deferencia de sus directivas, la Asociación de Exalumnos Egresados en 1969, me encargó la honrosa tarea de realizar el brindis de rigor. Alcé mi copa y solicité, respetuosamente, un minuto de silencio por los compañeros quienes ya han comenzado su tránsito hacia los espacios siderales. Posteriormente, me referí a los maestros que forjaron nuestras vidas de ideales y ya están ubicados más allá de los espacios tangibles. Por último, brindé por nuestras esposas, quienes han acompañado con confianza y valor las duras contingencias que nos ha deparado la vida. Conscientes del deber cumplido cada uno de nosotros volvió a su puesto de trabajo ubicado en las ciudades más importantes de la geografía colombiana.
NOTAS DE CONDOLENCIAS:
En la ciudad española de Málaga acaba de fallecer el gran médico colombiano ginecólogo y obstetra Dr. Gabriel Núñez, compañero del alma mía. Bachiller del colegio Nacional José Eusebio Caro de Ocaña. Adelantó sus estudios de especialización en los EE.UU. Deseo expresar mis sinceras condolencias a su señora esposa Esthercita de Núñez, a su hija Diana Núñez, así como a todos sus familiares en la península Ibérica, donde era muy reconocido. HONRA ETERNA A SU MEMORIA
2) Por otro lado, en la ciudad de Cúcuta, Norte de Santander, falleció últimamente, mi gran amigo y colega, gran cirujano Dr. Ciro Jurado. Recuerdo haber trabajado a su lado en el Hospital San Juan de Dios de Cúcuta, hace como cincuenta años. Mis sinceras condolencias a sus afligidos familiares. HONRA ETERNA SU MEMORIA.