Es increíble que los candidatos le estén sacando el cuerpo a la paz en la campaña electoral. Duque ha manifestado que al Acuerdo con Farc le hará una reforma estructural, es decir a fondo, hasta volverlos cisco; Petro respaldó el Convenio durante casi todo el proceso, pero ahora, por temor de ser borrado en una franja del electorado, le saca el cuerpo al tema; Sergio a este tema siempre le ha tenido pereza y nunca se ha comprometido a fondo; Vargas Lleras por fin parece que se acomodó con la paz, por conveniencias electorales. Solo De La Calle ha estado firme y sigue comprometido con hallar la paz entre los colombianos.
Es increíble lo que la desgracia de la guerra produce entre los aspirantes a la Presidencia frente a la indiferencia, la testarudez, el temor o la perfidia de los ciudadanos. Si en 50 años no se pudo derrotar a las Farc, lo más indicado y lógico es que se busque con sus integrantes un acuerdo para acabar la violencia. Esperar 20 años más es matar a 50.000 compatriotas, destruir la vida de 100 familias con la desgracia de sus parientes lisiados; desplazar a 500.000 familias adicionales. Súmese a esto el mantener a 15 millones de personas en la ignorancia, la pobreza y el desempleo.
Ahora, cuando las Farc firmaron el Acuerdo, entregaron las armas y salieron del monte, unos dicen que dejarlos abandonados, sin armas y sin destino es lo mejor; otros piensan que fue una estupidez negociar con tales delincuentes que ninguna contemplación merecen; aquellos creen que los han debido exterminar y que el país no puede seguir sufriendo por su culpa; los enemigos de siempre y de todo, partidarios del arrasamiento sin contemplaciones, se frotan las manos mientras dicen que ellos lo advirtieron. Y la mayoría come cuento, aquí o allá, indiferentes, como si no fuera con ellos. ¡El mundo del absurdo o de la tontería supina!
Hay que terminar el proceso con Farc y cumplir la palabra empeñada so pena de ser reos de alta traición. Toca encontrar la forma de convencer a los elenos. Si cabe el sometimiento a la justicia con el clan del golfo, adelante. Es cuestión de supervivencia de todos, es para lograr un futuro que merecen los jóvenes y las futuras generaciones; es para impedir la disolución como Nación. Todavía hay tiempo para escoger al único bien orientado, al único comprometido de verdad, al único para quien la paz no es un juego sino la auténtica salvación, ahora, porque después que entre el diablo y escoja el camino más directo al infierno de la perdición definitiva.
Hay que jugársela con De La Calle, para que haya libertad y democracia, para que todas y todos quepamos en una misma Colombia, para que tengamos un destino próximo amable, de sanos entendimientos, con un campo productivo y cordial para unos y otros, con la industria funcionando, respetando los derechos constitucionales, haciendo futuro para los niños. ¡De La Calle es el camino!