Fue mi paso como Embajador de Colombia en Budapest, Hungría – el que me permitió, en el año de 1995, acercarme al doloroso proceso violento conocido como “la Guerra de los Balcanes o la Guerra de Yugoslavia”.
Yugoslavia era una nación que, bajo la acertada dirección del Mariscal Tito, emblemático dirigente militar en la Segunda Guerra Mundial fue capaz de crear esa poderosa nación en la región europea de los Balcanes y posteriormente, levantar junto a Nehru de la India y a Gamal Nasser de Egipto, la esperanza estratégica conocida como “El Movimiento de Países No Alineados (MPNA)”.
Ellos fueron capaces de convocar a los países del mundo a constituirse en un bloque de naciones que no estaban, ni en la órbita política de los Estados Unidos ni en la órbita de la URSS. Se creó así un bloque independiente de naciones, guiadas por los principios de Autonomía, Coexistencia pacífica y se elaboró un programa para la Paz y la colaboración internacional.
Por causas de los malsanos nacionalismos, la Guerra Fría, la caída de la URSS, las tensiones religiosas y étnicas, se dio comienzo a una serie de enfrentamientos armados entre las antiguas provincias que había unido el mariscal Tito y que constituían la poderosa Yugoslavia. Esta dolorosa guerra comenzó el 25 de junio de 1991 y llegó hasta el 12 de noviembre de 2001. Diez años y 7 meses de enfrentamiento virulento entre hermanos quienes estaban organizados política y socialmente bajo la bandera de Yugoslavia. La cifra de muertos sobrepasó los 200.000 y el drama de los desplazados, por la guerra, sumaron más de 4.000.000 de personas.
Por ser la guerra en la frontera sur de Hungría, centenares de desplazados se dirigieron a este país y la Comunidad Diplomática de los países de América Latina, del cual yo formaba parte como Embajador de Colombia, tomó cartas en el proceso de Paz que se abría paso irremediablemente.
Este fue mi contacto con ese terrible drama humano que es la guerra. Familias destrozadas por el dolor de perder para siempre sus seres queridos. Jóvenes mutilados por el efecto de los bombardeos. Huérfanos y viudas topados por doquier y centenares de desplazados, cargando a cuestas el dolor de su tragedia.
Ante ese panorama dantesco juré por la memoria sagrada de mi padre convertirme en un trabajador por la Paz, que donde hubiese guerra yo fuera a construir Paz y convivencia respetuosa, entre las mujeres y los hombres del mundo.
En estas condiciones cuando regresé al país, viendo nuestra propia tragedia y sintiendo la necesidad urgente de ser un labrador y constructor de Paz, me presenté ante el Rector Gustavo Téllez Iregui, de la Universidad Pedagógica Nacional y le hice este planteamiento para que desde estos claustros universitarios impulsáramos la construcción de una cultura de Paz entre toda la comunidad universitaria.
Desde el año de 1999, terminando el sangriento siglo XX, dimos inicio a nuestro proyecto titulado: “Pedagogía de Paz y manejo de los conflictos”. Con decenas de estudiantes realizamos “El Diplomado de Pedagogía de Paz y Convivencia” que fue desarrollado en tres ejes fundamentales, a saber:
- Contextualización teórica y conceptual. Temas de estudio. A. ¿Por qué y para qué educar para la Paz? B. Concepto de Paz: Paz actica y Paz pasiva. C. ¿Qué es el conflicto y cuál es su utilidad humana? D. La Paz como construcción colectiva. E. Negociación. Conciliación. Etc.
- El individuo (el ser en sí y para sí). Temas de estudio. A. Elementos de la vida familiar, Educativa y social. B. Estructura familiar del individuo. C. Las propias emociones. D. Valores individuales. E. El individuo frente a sus conflictos. Etc.
- El individuo y la sociedad (el ser en sí, para los demás y para el mundo). Temas de estudio. A. Habilidades sociales. B. Las emociones de los demás. C. Formación ciudadana. D. Colombia. Social. Económica. Política. Religiosa. Contextualización histórica y geográfica. Constitución Política. D. Derechos Humanos. Sociales. Económicos. Políticos. Culturales. Ambientales. Deberes Humanos. E. Ejercicio de la responsabilidad. F. Por qué educar para la Paz?
- Tratamiento de los conflictos (el ser con los demás para la solución de problemas que afectan a todos).
El proyecto funcionó muy bien durante 16 años, dejándonos muy buenas experiencias y enseñanzas, que hemos replicado a nivel nacional.
La llegada del reverendo padre jesuita Francisco de Roux a la dirección nacional de “La Comisión de la verdad” fue un aliento profundo para todas las esperanzas de Paz que vienen incubándose en el corazón bueno y positivo de los colombianos.
En un esfuerzo histórico y precedido por la serena autoridad del padre de Roux fueron convocados a un ciclo profundo de análisis de la realidad nacional los excombatientes de los grupos guerrilleros que se han acogido a los acuerdos de Paz de los diferentes gobiernos nacionales y los excombatientes de las antiguas Autodefensas Unidas de Colombia. En un ambiente profundamente autocrítico ante las acciones dolorosas realizadas en el pasado violento y con una profunda convicción de compromiso por ayudar a construir un nuevo proyecto de nación, ético, unitario, pacifico, ecológico y en profunda justicia social, las reuniones están llegando a un esperanzador horizonte de Paz y convivencia de la gran familia colombiana.
Al calor de estos significativos esfuerzos en la ciudad de Medellín, un grupo de colombianos está impulsando un vigoroso proyecto titulado “Iniciativas para la Paz”, con las cuales estoy profundamente comprometido ayudar hacerlas una realidad. Al frente de ellas hay ciudadanos como Rodrigo Pérez y Luis Emilio López quienes se han convertido en verdaderos “Instrumentos de la Paz”, que reclama la conciencia nacional.
NOTA LUCTUOSA: No paramos de despedir los amigos del alma. El viernes 8 de noviembre del año en curso y cuanto terminaba de escribir el presente artículo, fui informado de la muerte del Doctor EDUARDO SUESCUN MONROY. Una profunda tristeza inundó mi corazón. Recordé de su tiempo cuando fue Embajador de Colombia en Budapest, Hungría. Brillante exministro de Justicia y excelente profesor universitaria. Nuestras profundas condolencias a su señora esposa Olga Benavides, sus hijas María Olga, Claudia y Marcela y a toda su afligida familia.