Está el mundo en medio de una pandemia que todavía no muestra signos serios de superarse; los gobiernos han venido tratando de dar respuestas acordes con su información, sus percepciones y sus recursos. Hasta el momento en lo único que hay un alto nivel de consenso es en que lo más útil para disminuir el ritmo de expansión del virus es el aislamiento social, lo que de manera coloquial hemos denominado la cuarentena. En países donde esta medida se demoró en ser tomada, o los ciudadanos no fueron lo suficientemente responsables en cumplirla, los índices de expansión han sido más vertiginosos.
La cuarentena en Colombia, hasta el momento ha sido relativamente eficaz, porque su acatamiento ha sido diferencial por regiones y ciudades, aunque una mayoría ha respondido positivamente. Claro que debemos mencionar que hay una franja importante de compatriotas, los trabajadores informales, los que no tiene empleo, para los cuales es más difícil quedarse en sus casas porque deben tratar de resolver sus problemas de sobrevivencia. Por el momento para estos ciudadanos deben avanzarse en programas sólidos de ayuda estatal; ya hay algunos definidos por los gobiernos locales, regionales y el gobierno nacional, pero deben fortalecerse de manera prioritaria. En esto hay que decir que la principal preocupación de la política pública debe ser garantizar condiciones básicas de sobrevivencia para los colombianos. Claro que debemos mencionar igualmente medidas de responsabilidad social del sector privado empresarial y la solidaridad de la amplia mayoría de los colombianos, empleados de distintos sectores, trabajadores independientes, etc.
Pero esta experiencia de cuarentena ha tenido aprendizajes e impactos que son necesarios destacar. El primer aprendizaje tiene que ver con la convivencia en familia o el manejo de la soledad, ambos difíciles, pero que en la cotidianidad de la ‘vida normal’ se mimetiza en la medida en que se está sólo por momentos en ese espacio de la vivienda. Aprender a conversar con los familiares, pareja e hijos, compartir con ellos, todo eso es un difícil aprendizaje que ojalá lo superemos positivamente. Igual aprender a convivir en soledad y disfrutar de la misma, pero también manejar los momentos en que la sensación de aislamiento se hace presente.
También, da posibilidades de que salga a la superficie ese sentido de solidaridad que la mayoría, por no decir la totalidad de los seres humanos tenemos y esto se puede manifestar de múltiples maneras; igualmente la disciplina que es indispensable en estos momentos, no sólo acatando las medidas de los gobernantes, aunque por momentos no las compartamos plenamente pero sabiendo que son necesarias, igualmente dejando de lado una tendencia muy frecuente y que debemos condenar, como es la de auto-medicarse –momento muy propicio, por la cantidad de información falsa o sin ningún sustento serio, al respecto debemos recalcar que no existe ningún medicamente comprobado contra este virus, el único medicamente es el aislamiento social-.
Igualmente, la cuarentena ayuda a que salga a flote el egoísmo, propio de la naturaleza humana; no sólo el egoísmo individual y social, sino también el egoísmo político, que nos impide, entre otras cosas, dejar de lado viejas disputas políticas y sociales y por el contrario tratar de ‘cobrarles cuentas’ a los considerados como adversarios.
Algo preocupante en nuestro país, con tantas complejidades históricas y presentes de violencia, es que los distintos grupos que siguen creyendo que es con las armas que resuelven los problemas, que continúe el asesinato de líderes sociales, de excombatientes de FARC, el ataque a puestos de Policía. Esas prácticas debemos condenarlas unánimente, porque bajo ningún motivo eso lo debemos aceptar y el Estado debe priorizar la protección de esas poblaciones.