El Consecuente Coherente

Opinión Por

Que difícil es encontrar en la vida política en general y más en la Colombiana quienes ejerzan su labor política con estas definiciones como guía inamovible, curso de navegación que pese a las turbulentas tempestades propias de las argucias electorales no desvíen su rumbo.

Pero como ante la cuestionada existencia de las brujas, el pueblo llano refiere su popular “de que las hay las hay”, así mismo sucede en este mundo de la política, de que los hay los hay, uno de ellos fue en vida Horacio Serpa Uribe, lo digo en especial por dos cosas que vi de él, su absoluta convicción de las tesis liberales como el mejor camino hacia el mejor destino y puerto de la nación y por supuesto su creencia en La Paz.

Se que se ha escrito innumerables artículos al respecto, yo me referiré a ese hecho palpable y no retórico de un hombre que tuvo la presidencia en 1998 en sus manos y solo tenía que modular o acentuar, o disimular un poco su discurso frente a tesis liberales como “el gobierno al servicio de las clases populares” y hablar un poco más duro y ácido en contra de un gobierno del que había sido parte sin arte, un momento histórico en el que vio de fondo lo que venía, la reconquista del poder por un conservatismo que derechizaría el país, tal cual como pasó, pero no claudicó.

Que luego en 2002 y 2006 sólo tenía que declinar un poco, hablar más bajito ese cuento de negociación de paz, olvidar ese principio magnánimo que planteó Uribe Uribe cuando como veterano de guerras desde sus 17 años decía; “Con La Paz estable y duradera los problemas económicos irán resolviéndose por sí mismos (…) el mejor de todos los negocios es La Paz. Ya sabia por larga y dolorosa experiencia que no hay triunfo que compense los males de la guerra civil,(…) “La Paz como resultado de una victoria del país sobre si mismo, es la más segura prenda de un futuro mejor”.

Serpa, pudo hablar menos de Paz y más de Guerra como lo hizo su contradictor pero no claudicó, insistió, pudo renunciar a ese desgastado trapo rojo, que había que renegar de ese pasado y seguir prometer plomo a diestra y siniestra, pero no lo hizo, persistió.

Con agudeza en 2008 en el congreso del Partido Liberal nos hizo vibrar con su testimonio de honor y dignidad al mantenerse de pie frente a la adversidad, al decir con claridad que nunca fue derrotado por su contradictor sino por los buenos muchachos que apoyaron al gran señor.

Con autoridad moral, quizás con previsión y sin lugar a dudas consciente del momento en que miles de jóvenes veíamos y presenciábamos un momento de inflexión en el liberalismo y en el país, exhortó con orgullo su propia historia, la de ser el único hijo del pueblo en el siglo XXI en llegar por esfuerzo personal a ocupar todas las instancias de poder de la nación, excepto la presidencia, es decir, Serpa jamás desistió.

Gobernó su departamento con talante Liberal y dejó desde el Senado ese mensaje claro, ante los vaivenes de la política colombiana al final siempre fue referente y autoridad por dos palabras que resumen una vida política como pocas en este país, consecuente y coherente.

A quienes leen estas letras y en especial a quienes creen que es posible un Nuevo Orden Liberal, tengan este testimonio de esas dos palabras como norte y regla indeclinable, por que muchos puede que lleguen al poder, pero no todos serán recordados, no todos pasan a la historia bajo el estandarte del significado de esos dos conceptos.