Uno de los problemas mas grave que enfrenta la sociedad actual es la falta de comunicación real entre todos los miembros que la constituimos. Este es el siglo donde más información se ha producido y se ha diseminado por todos los puntos cardinales, también es el siglo donde la gente más rehúye la comunicación y el intercambio respetuoso y amable de sus ideas y pensamientos. Es una verdadera paradoja. Mientras más se escribe, investiga y difunde las gentes menos se comunica entre sí y menos participa en la elaboración de proyectos conjuntos que es a la larga el verdadero sentido de la democracia.
Recuerdo con especial nostalgia mi paso por la Universidad Pedagógica Nacional, a comienzos del presente siglo. Allí comenzamos a desarrollar esfuerzos en Pedagogía de Paz y Manejo de los conflictos. Yo venía de Europa y en mi calidad de Embajador había sido testigo de excepción de esa conflagración social que se conoció como “La guerra de los Balcanes o guerra de Yugoeslavia”. Aún no he podido entender como una nación de esa fuerza y envergadura fue capaz de irse a una guerra fratricida, de hermanos contra hermanos y al final terminar siendo cinco o seis países, todos pequeños y disminuidos y sin la fuerza que antaño había tenido la gran Yugoeslavia.
Conversando con líderes populares de esas naciones, las razones enigmáticas para mí, de porque, si eran una sola nación y un solo pueblo, se habían ido a las armas con tanta virulencia y odio profundo entre hermanos, me decían que en el fondo eran problemas graves de comunicación entre ellos, de no hablarse, de no comentarse los sufrimientos, dudas, limitaciones y angustias del diario vivir. Cada cual vivía su presente y así se lo guardaba. No se daban y no se dieron en los tiempos de paz la oportunidad de acercarse para compartir las angustias del presente y también compartir las esperanzas y los sueños del futuro.
Es el temor que tengo ahora con mi país, con mi nación, con Colombia. Veo que cada uno va delineando en su cerebro las ideas que tiene acerca de su realidad, los temores y las dudas que esta situación le acarrea. Y en vez de compartirlas en una forma sana y fraternal decide tragarse esta realidad y vivir, más bien, sus angustias y sus dudas en forma callada y soterrada. Esto no esta bien, nadie debe tragarse entero las diferentes situaciones que nos preocupan, sino más bien buscar los espacios lógicos donde nuestros diversos criterios puedan ser ventilados en forma racional y fraternal.
Me acompaña la intima convicción que si logramos romper las barreras que nos impiden una fluida y franca comunicación es mucho lo que habremos avanzado. Si somos capaces entre todos de ir construyendo ese sueño de Proyecto de Nación que llevamos en nuestro corazón, será mucho lo que habremos avanzado. Pero que sea entre todos sin excepción ninguna.
Pienso que todos queremos y anhelamos una nación ética. Donde el bien, la moral, la honestidad, la solidaridad, el servicio sean las columnas centrales donde levantamos esta realidad. Una nación democrática donde las mayorías seamos capaces de elegir a los mejores, a los más honestos y serviciales. Donde el dinero no corrompa nuestras genuinas decisiones y las minorías, sean respetadas y reconocidos sus derechos. Una nación que quiera y defienda a la madre naturaleza, sus bosques, sus selvas, sus ríos, que serán sagrados porque es el agua vital para nuestra existencia. Donde los conceptos de guerra, violencia, atropello no figuren en las preocupaciones diarias de nuestros gobernantes, sino las ideas de trabajo, oportunidades, desarrollo sostenible a escala humana, educación gratuita para todos los niños y los jóvenes, salud, protección social, techo para las familias colombianas.
Me ofrezco como un articulador de las ideas que surjan en este esfuerzo donde como colombianas y colombianos genuinos y animados por la necesidad de servir y ayudarnos lograremos la construcción de los nuevos sueños, a los que tenemos derecho.
Les envío mi correo electrónico para los que queramos echar esto hacia adelante: [email protected]
Celular 315 3447252
Prometámonos que vamos a estar a la altura de este desafío de comenzar a comunicarnos.