Guardo en mi corazón un profundo cariño por los trenes, quizás desde cuando siendo muy niño acompañaba a mi tía Raquel, desde la finca bananera que administraba su esposo en Orihueca, hasta Santa Marta, Magdalena, ciudad donde estaban situadas oficinas administrativas de las bananeras. Allí, ella laboraba desde el jueves en la mañana hasta el sábado al mediodía, hora en que regresábamos en el tren de la tarde a la finca la Catalina, donde vivíamos.
Para mí fue todo un acontecimiento, cuando mis padres me informaron que por mi bienestar debía viajar con mi tía hasta la zona bananera e ir todas las semanas con ella hasta la hermosa bahía de Santa Marta y tomar unos baños de mar que permitieran la recuperación de mi salud.
El recorrido lo hacíamos en el famoso “tren de palito” y atravesábamos toda la zona bananera, que ya había inmortalizado en ese vallenato de leyenda: “El Testamento”, su compositor Rafael Escalona, al decir:
“Y entonces,
me tengo que meter en un diablo al que le llaman tren…
y que sale,
por toda la zona pasa
y de tarde,
se mete a Santa Marta”.
Ese tren se convirtió para mí en la mayor fascinación conocida, era un niño que había nacido en la cordillera Oriental, que tuvo la fortuna de conocer el mar al ser transportado en tren, con pasajeros multirraciales, en medio de chivos, gallinas, racimos de bananos verdes, que hacían del viaje una experiencia inolvidable.
Por eso, mi alegría no tuvo límites cuando me topé con el formidable escrito de Camilo José Forero, el domingo pasado en el diario El Espectador, titulado: “El día que Joe Biden se subió al tren de la victoria”, me permitió conocer a ese hombre que, como yo, ama a los trenes. “Biden hacia campaña de manera sigilosa, sin ruidos, pero efectiva. Y lo hizo poniendo su sello personal en algunos casos: Con un viaje en tren. El presidente Biden ha sido un amante declarado en este sistema de transporte, acumulando en su vida tres millones de kilómetros de viaje en vagones de la red Amtrak”.
La campaña de Biden alquiló un tren y viajó por el Cinturón del Oxido: Pensilvania, Michigan y Wisconsin, subiendo a la clase obrera para hablar sobre sus problemas y las propuestas que él tenía para ayudarlos. Me encanta estar en tren: les dijo, ¡lo decía en verdad! Eso era lo que había hecho toda su vida.
La presidencia de Biden contará con el gabinete más variado en la historia ya larga de la democracia de los Estados Unidos. Será una administración para africanos, latinos, afroamericanos, mujeres cabeza de familia, LGTBT, liberales, socialistas, conservadores. Será una presidencia verdaderamente democrática y con profundo sabor de pueblo. ¡El presidente será el capitán del tren de la nación donde quepa todo el país! “Esa pasión por los trenes, nos dice cómo será como líder”.
El destacado profesor David Alff, escritor de The Washington Post, nos muestra al presidente Biden como una persona conciliadora, quien sostiene que las buenas relaciones entre las personas pueden superar la división partidista y que la benevolencia empresarial podría generar justicia económica.
En la actual y difícil coyuntura que viven los Estados Unidos, nosotros los demócratas estamos al lado de Biden, porque representa la decencia en la política, la posibilidad de disentir y no ser maltratado como frecuentemente lo hace el señor Trump. Estamos convencidos que será un presidente amigo de los Derechos Humanos, vapuleados en el gobierno de Trump. Para Colombia es claro que nombrará como su asesor a Bernie Aronson, demócrata muy conocido por nosotros, para que ayude a consolidar los golpeados Acuerdos de Paz.
Definitivamente siempre vale mucho más un político decente, respetuoso y pulcro con: La Institucionalidad, la Constitución, los Derechos Humanos y los ciudadanos, que un señor abusador del poder como el inmaduro y arbitrario Donald Trump.