Debo reconocer que me impactó la demostración de valor civil dada por el expresidente Juan Manuel Santos al asistir, voluntariamente, a la Comisión de la Verdad para entrevistarse con el Reverendo sacerdote jesuita Francisco de Roux y expresar su Verdad, acerca de esa página de horror y vergüenza que carga el gobierno de Uribe como fueron los 6.402 jóvenes vilmente asesinados, a lo largo y ancho de la geografía nacional. Estos aparecen reconocidos con el eufemístico nombre de “falsos positivos”, cuando son verdaderos crímenes de Estado.
Se necesita tener “conciencia de nación” para llegar hasta nuestro comprensivo sacerdote De Roux, quien tantos esfuerzos hacen, diariamente, buscando en muchos casos, en forma infructuosa, el camino que nos permita a los colombianos construir un nuevo proyecto de país, donde la ética, la justicia y la honradez sean las verdaderas estrellas que guíen nuestras instituciones.
Para ilustración de todos quiero mostrarles el comportamiento ante la Comisión de la Verdad, de los dos últimos expresidentes. El expresidente Juan Manuel Santos llega al encuentro con el padre de Roux de una manera respetuosa y distensionada. Se manifiesta dispuesto a contar los dolorosos hechos de los “falsos positivos” en la forma como él se enteró, como actuó y al final presenta a las madres de los muchachos vilmente asesinados su pesar. Pide le perdonen por su forma de actuar en este bochornoso acontecimiento. Se puede observar a un hombre dolido y en sus palabras de perdón, se siente la sensación que habla con la verdad en sus labios.
Por otro lado, analicemos cómo se comporta el expresidente Álvaro Uribe Vélez, ante la posibilidad de ir a la Comisión. Critica y menosprecia a Santos por acudir a dar su declaración a la Comisión de la Verdad y exclama en un tono prepotente: “Nunca iré al encuentro con el Padre de Roux”. Uribe no acepta la instancia de la Comisión de la Verdad y no tiene nada más que decir. Refieren los ilustrados Evangelios: “La verdad os hará libres”. Con las actitudes de negación de Uribe, rechazando la posibilita de pedir perdón lo que está demostrando es su culpabilidad como primer mandatario, en los falsos positivos y por soberbia, es incapaz de reconocer sus errores. Llega hasta el punto de negarse al perdón, convirtiéndose es un esclavo de sus propias contradicciones.
El padre Francisco de Roux con esa paciencia y sabiduría que lo acompaña y conocemos los colombianos, sabe que el tiempo es el mejor develador de la verdad. No se afana ni entra en las desgastantes discusiones que plantea Uribe donde ha demostrado que es un verdadero brujo. Enreda, contradice, es capaz de tornar la mentira como una verdad a medias y termina llevándose los aplausos de todos los terratenientes que lo idolatran.
El país está en las manos sabias y serenas del padre Francisco De Roux. El padre sabe que, para salvar la sociedad colombiana de su extinción definitiva, solo hay un sendero: El de la Verdad. Con la Verdad podremos resarcir las culpas y pedir el perdón que irremediablemente nos debe conducir a ser una mejor sociedad, donde no se asesine a los jóvenes que protestan, ni se mancille a las mujeres que luchan porque tienen hambre y sed de justicia.