El mal que la humanidad ha venido reproduciendo junto a el estatus quo de las clases sociales, también van desde el censo común y la criminalización de self y el acto humano. Lo que pretendemos como imaginación sociológica es reflexionar la criminalización de la experiencia del agente social, y como la expectativa enfrenta a las experiencias de la vida y sus consecuencias en la sociedad.
El mundo de la vida y sus hechos sociales son un puente que nadie puede esquivar su encuentro. El cotidiano es el campo donde las personas actúan y experimentan sus modos de vivencia y convivencia, más también es un campo donde los resultados y efectos de sus actos dejaran marcas en las vidas de las gentes. Por ejemplo, la pobreza y la desigualdad son reproducidas en un círculo que no se acaba, sino que se profundizan, lo cual lleva a que las familias empobrecidas de Latinoamérica estarían por un lado siendo sumergidas en el dilema de la criminalización social, y también reproduciendo el discurso de la auto criminalización desde lo subjetivo, y que luego se convierte en praxis negativa.
Las acciones realizadas en el marco de la vida y en la sociedad son como un cuaderno abierto, donde todos los días escribimos una historia, y todos los días somos constantemente testados y evaluados por alguien. La construcción de etiquetas sociales, y fijaciones económicas en equivalentes sobre el sentido de éxitos o fracasos terminan por sofocar a las personas y someterlas a los juzgamientos de la sociedad y sus normas. Las acciones y los contextos en la vida de las gentes son una herida no fácil de poder resolver, dado que los prejuicios y evaluaciones de los unos para los otros, son más un tabú para criminalizar que para curarse los unos a los otros.
Al final de cuentas se podría estar cometiendo autoflagelación subjetiva sobre la autoestima, dado que el camino de las gentes tiene distintos colores, y distintos hechos. No para todos los soles brilla igual, hay días grises, como hay momentos de grandes felicidades que son parte de grandes aciertos; y así mismo es la vida y su compleja habitualidad social.
La reflexión sociológica diría Zigmunt Bauman es para el equilibrio de todo agente social en su cotidiano. En este sentido, hay que tener cuidado con el exceso abusivo de la autosugestión negativa y desmotivadora. La existencia de los juicios de valor simples, y el egoísmo son enemigos y ambos afectan el buen funcionamiento de la autoestima por medio de los actos. Es un esfuerzo para hacer las paces con lo que estamos construyendo, y viviendo sin grandes auto culpas o juzgamientos. Recuérdese que la suma de las acciones y decisiones que en la vida se ha realizado hoy nos tienen donde estamos, sin importar si fueron acertadas o erradas, todas las vivencias son sumadas para hoy ser lo que somos.
Así, lo que se propone hoy hacer un ejercicio reflexivo para el equilibrio de los juicios subjetivos, y las posiciones venidas desde el mundo exterior hacia los actos de la vida de la gente, y entre las gentes.
Para congratular la buena salud mental es necesario saber que la vida es una cadena de acciones, y que nada pasa sin antes no salir en busca de la actividad de la acción dado que en cada experiencia y vivencia sobrevienen nuevas expectativas y nuevas experiencias. Parafraseando a Max Weber, en la vida se debe aprender a tener siempre la cabeza fría incluso en los acontecimientos más agrestes que ella nos brinda. Se enfatiza, el hacer un esfuerzo para reflexionar el momento, y el contexto de donde se toman las decisiones en busca de uno, u otro camino.
Por último, en estos momentos de crisis totales que se está experimentando desde el (2020-2021), y donde la vida es puesta en un filo de la navaja para probar actitud y tolerancia, urge la necesidad de reforzar, fortalecer al desgate mental y emocional en todos nosotros. Es momento de llegar a una reconciliación entre lo que yo pienso de mí mismo, y como la comunidad y la sociedad juzga. Hay que despertar el sentido de la humanidad en su esencia, y apostar por un mirar para el otro, y los otros, y así transbordar la reciprocidad, la solidaridad, el complemento y la correspondencia como hechos sociales que luchan contra la malicia de la sociedad. Importaría saber si desde hoy vamos a reconciliarnos con nuestras experiencias y las vivencias. Busquemos nuevos retos, nuevos contactos sociales, pero nunca olvidando a los antiguos, dado que nunca se sabe cuándo se volverá a pedir un vaso de agua, o emitir un saludo de manos, o aunque sea de miradas.