El Surrealismo propone una teoría de lo inconsciente y de lo irracional como medio para cambiar la vida, la sociedad, el arte y el hombre por medio de una sacudida rápida y fuerte, por lo que pensar que la sola crisis política y económica que sufre hoy nuestro país, traerá consigo de manera inmediata un pronunciamiento de rechazo de la cultura de consumo y un vuelco de las masas hacia lo maravilloso, es ilusorio, pues este cambio requiere de un andar sobre un largo derrotero, el que puede tomar un poco de tiempo, mediante programas bien estructurados tal como lo describe la base programática hacia una política progresista.
Cuando algo nos parece absurdo, alocado, irracional o fuera de toda lógica decimos que es surrealista, igual que cuando nos referimos al movimiento artístico-literario surgido en Francia de la mano de A. Breton en 1924.Se pone a la razón en jaque. Ésta es arrojada al abismo del sinsentido por su incapacidad de comprender la realidad.
La mediática trastorna la comprensión del votante mediante la confusión de planteamientos, llevándole al subconsciente todo el discurso que quiere que oiga y que esta trata de gravar en el cerebro de todos y de cada uno, mediante la magia de que todo se va a solucionar con un gobierno que quiere dirigir un país desde la cocina de la casa, o desde la piscina de una finca. Es urgente cambiar esta realidad.
Para hacer efectivos los derechos humanos, los de los niños, niñas y adolescentes, de las mujeres, de los hombres, es prioridad generar condiciones de equidad en el desarrollo del país, mediante la participación de cerebros conocedores y con amplia experiencia. De lo contrario se entraría en una etapa de desconocimiento e inexperiencia en el manejo del Estado con todas sus características, tiempo que coadyuva a más atraso, desorden y lento desarrollo.
El surrealismo no es solo «un movimiento artístico» más, sino una actitud ante la vida; transmite una afirmación intensa de la libertad, la esperanza de una vida humana de plenitud, la utopía de una mente dueña de todas sus posibilidades, no dejando espacio para la reflexión, el análisis y la comparación. El Surrealismo trata de plasmar el mundo de los sueños, del subconsciente, la fantasía y la imaginación que escapan a la razón humana. Entre la dicotomía mímesis o fantasía planteada ya por los griegos, los surrealistas optan claramente por dar rienda suelta a la fantasía y la imaginación desbordante. Ya lo decía Dalí: “El payaso no soy yo, sino esta sociedad tan monstruosamente cínica e inconsciente que interpreta el papel de seria para disfrazar su locura”. Por eso sus obras tendían a lo absurdo, a lo incomprensible, lo misterioso, es decir, lo onírico. En el surrealismo y la pintura, André Breton expone que “el inconsciente es la región del intelecto donde el ser humano no objetiva la realidad, sino que forma un todo con ella. “El movimiento surrealista tiene como objetivo revelar los secretos de las profundidades del mundo irracional. Además, busca activar el papel del subconsciente en la actividad creativa del ser humano.
El momento que estamos viviendo hoy día en nuestro país es completamente surrealista. La distribución equitativa de la riqueza del país debe ser una prioridad en la agenda para los próximos años o esta situación empeorará. Ninguna de las reformas aprobadas en los últimos años podrá generar efectos positivos mientras prime la desigualdad y la injusticia social en todo el país. En este orden de ideas, se impone en estos momentos en nuestro país un proyecto político de renovación y cambio, en donde se plantea la recuperación y la noción de los valores éticos y morales a través de un conocimiento profundo de la crisis que ha generado la cultura del narcotráfico y en donde se pueden generar efectos positivos si se avanza en programas que equilibren el hambre, la desigualdad, el conocimiento, el respeto por la vida, la cultura y los buenos modales que se han perdido. El actuar bajo un pensamiento analítico y estudio de fondo, es lo que establece la diferencia entre un segmento de la población que pretende acabar con el continuismo tradicional del fortín político impuesto desde hace más de un siglo, o el despertar de una multitud que sueña con un no sé qué de lo absurdo, que no profundiza en el terreno de lo desconocido y que repite una y mil veces las mismas frases de estabilidad política ajena a un cambio o a una trasformación real. Si se pretende continuar en el actual proyecto político se entraría nuevamente en la etapa del año 1917, (finales de la primera guerra mundial) donde precisamente imperaba el desorden, la grosería, la amenaza, el miedo a lo desconocido, y la carencia de valores resultado de la guerra. Vale la pena mencionar la célebre cita de Ernst: Bello como el encuentro casual de una máquina de coser y un paraguas en una mesa de operaciones (…) el acoplamiento de dos realidades en apariencia irreconciliables en un plano que, en apariencia, no conviene a ninguna de las dos.
En resumen, podemos definir el contexto actual del manejo de nuestro país, como una época, donde se ha perdido la noción de los valores éticos, morales, intelectuales, cultura tradicional, cultura ciudadana, sana convivencia, respeto por la vida, respeto por la diferencia de ideas en donde algunos quieren quedarse estancados, por temor a los cambios, miedos y amenazas, y donde otros quieren avanzar hacia una política progresista, bajo un pensamiento analítico, profundo, de fondo a lo nuevo, moderno, tecnología de punta, soluciones inteligentes, paralelas al desarrollo industrial y productivo y que nos permita posicionarnos en el primer renglón de la economía latinoamericana. Contamos con todos los recursos. Unidos podemos. Empecemos a construir, no a destruir. Atrás los rencores, las diferencias. ¿Si no es ahora…cuando? La vida nos invita a una reflexión profunda en estos momentos para no tomar decisiones equivocadas.
Que viva la inteligencia de los colombianos.