Debo comenzar diciendo que me parece excelente la serie de “GARZON VIVE” que se transmite todas las noches de 9:00 a 10:00, por el canal de televisión de RCN. Ha sabido recoger con sobrados méritos la compleja y esperanzadora vida de quien, antes que las balas asesinas de los sicarios cortaran para siempre, respondía orgullosamente al nombre de Jaime Garzón, nuestro entrañable Heidi. Y debo reconocer en su director, Sergio Cabrera y en su guionista, Juan Carlos Pérez el esfuerzo por brindarnos a los colombianos una obra de ficción que ha respetado la esencia fundamental del legado de Jaime y en esta forma lograr que los colombianos, sobre todo los jóvenes, quienes no pudieron conocerlo, tengan una imagen clara y transparente de este hombre, que supo interpretar, como ninguno, el alma sufrida y esperanzadora del pueblo colombiano.
Acaba de terminar la primera parte de la serie que corresponde a la infancia y a la juventud de Jaime. Esta etapa compleja que nos mostró un Garzón muy comprometido con todas las problemáticas de su casa, con su padre, madre y sus hermanos mayores. Desafortunadamente, no logró ser asimilada por ellos, lo que los llevó, según parece, a demandar judicialmente el Canal. Con todo el respeto por su familia, me permito insinuarles que abran un mayor margen de tiempo, pues estoy seguro de que en el futuro tendremos a Jaime como el personaje que tanto quisimos y extrañamos los colombianos.
Sin embargo, desde su primigenia juventud ya comenzamos a ver el fondo de su alma agobiada por las innumerables escenas de injusticia social y sus jóvenes expresiones de rebeldía por alcanzar algún día una sociedad mejor, más justa y solidaria. También, fuimos testigos cuando ratificó su compromiso con una revolución pacífica, sin armas ni violencia y mas sustentada en la organización y madurez política de amplios sectores sociales. Es en ese momento que manifiesta su adhesión a los principios y esfuerzos que grupos de jóvenes, tanto en la ciudad como en el monte, venían levantando con el esperanzador “Replanteamiento del ELN”, que no era otra cosa que abandonar la violencia y volver a los genuinos métodos de transformación social que enseñó nuestro querido capellán y profesor universitario Camilo Torres Restrepo.
Las múltiples facetas de su personalidad que Garzón logró estructurar y enseñar a los colombianos, desde los espacios radiales y televisivos, son realmente impresionantes. Estas se fueron convirtiendo en unos personajes que adquirían, en cada presentación, una fuerza telúrica por que el peso de sus argumentos era demoledor.
La cocinera “Dioselina Tibaná” representa esa mujer venida desde los campos cundiboyacenses, llena de picardía y sabiduría que sorprende en sus análisis simples, pero de profundas enseñanzas. Y que decir del celador del edificio Colombia, “Néstor Eli”, sorprendiendo de una manera grata con sus espontaneas ocurrencias y valoraciones políticas. Del inolvidable “Heriberto de la Calle” que hacía una radiografía del país desde su caja de lustrar, entre gracejos y genuino humor político popular; y el caso del estudiante universitario “Jhon Lenin”, antimperialista, militante y con discurso reivindicatorio; y para rematar, con ese personaje de antología que fue el tinterillo “Godofredo Cínico Caspa”, mostrando lo que era esa Colombia autoritaria, gritona desde el poder y unida a unos valores latifundistas y conservadores que todavía persisten en nuestra sociedad.
Estos personajes, como nacidos en las novelas de Dostoievski, con vida y ejecutorias propias, penetraron muy profundo en el alma sensible de los colombianos, ganaron como ninguno, su corazón y se quedaron allí cuestionando, en la cotidianidad, las razones del poder político que no han sido capaces de resolver los problemas de hambre y miseria que se anidan en los sectores mas desprotegidos de la sociedad colombiana.
Estas y muchas más son las expectativas que aguardamos los colombianos todas las noches frente al televisor, conscientes que poco a poco nos acercamos al final catastrófico donde los paramilitares, quienes mancharon la tierra colombiana con la sangre de miles de inocentes campesinos, nos arrebataran la vida y la risa del compañero y amigo que vino a enseñarnos el cumplimiento de la justicia social sin la violencia de la lucha armada y a dejarnos un mensaje de Paz y esperanza, en la amplia sonrisa de sus sueños. Esa es su enseñanza y por eso Garzón Vive y vivirá en el corazón de Colombia.