Desde febrero pasado, el covid-19 empezó a ser parte de nuestras vidas y comenzamos a ver ciertas dificultades en la relación entre gobiernos nacionales y locales en países como EE.UU., Colombia, Brasil, México, Ecuador, entre otros. Con el tiempo han venido disminuyendo a medida que baja la curva de aprendizaje de los gobernantes frente al comportamiento del virus.
Los juegos de poder e intereses socioeconómicos son diferentes entre los gobiernos nacionales y locales, ya sea alcaldías o gobernaciones. Los gobiernos nacionales temen que la recesión económica acabará con las finanzas públicas y debilitará al aparato productivo nacional. La presión sobre los gobiernos nacionales y en algunas autoridades locales por parte del sector privado, se incrementa a medida que el ambiente económico a nivel global se torna más hostil.
Por su parte, los gobiernos locales temen que las medidas tomadas por los gobiernos nacionales para reabrir la economía puedan desbordar la curva de contagios, colapsar el sistema de salud y así causar un daño mayor a corto plazo. Enfrentamientos públicos como el del presidente de los EE. UU. y los Gobernadores de los Estados de Nueva York, Michigan o de California, entre otros; de los Gobernadores del sur de Brasil y su presidente; o del presidente de Colombia con la alcaldesa de Bogotá; o del primer mandatario de Ecuador con las autoridades de Guayaquil son ejemplos de las tensiones que se viven en medio de esta crisis.
Los gobiernos regionales están conscientes de que la crisis puede arrasar con sus economías locales. En ningún lugar se ha evidenciado más esta situación que en México donde el parque industrial está parado, los sectores de la cadena turística en suspenso y los empresarios están criticando fuertemente a su mandatario por la falta de seriedad en el manejo de esta crisis y su nulo apoyo al sector productivo. En Colombia, la administración capitalina ha criticado al Gobierno por querer reabrir la economía sin coordinar con su administración los planes y protocolos de bioseguridad, lo cual, no es cierto, pues las demás alcaldías y gobernaciones del país, las más importantes, si lo hacen en coordinación con el Gobierno nacional.
La extensión de la cuarentena ha dado un momentáneo reposo a la confrontación. Sin embargo, es muy probable que las tensiones políticas y sus pujas por demostrar un liderazgo, entre gobiernos locales y nacionales se mantengan vigentes mientras crece el número de casos contagiados y el descalabro socioeconómico sea cada vez más inevitable como se ve en Brasil y México especialmente. Es evidente la necesidad de una mayor coordinación por ambos bandos para darle a las empresas tiempo para proyectar sus planes de reapertura, y preparar los protocolos de bioseguridad a sus trabajadores y clientes.
El éxito del manejo de esta crisis pasa por los gobiernos nacionales que deberían incluir a los mandatarios locales en sus comités de emergencia en la toma de decisiones sobre las medidas de reapertura teniendo presente las características de cada ciudad o región como el caso de la región amazónica que se ha vuelto un problema contener la pandemia por la incomprensión de las necesidades propias del lugar. Y, los gobiernos locales deben respaldar e implementar las decisiones de los gobiernos nacionales sin pretender ser los dueños de la última palabra.