HABLEMOS DE MÍNIMOS VITALES

Opinión Por

El pasado fin de semana de simulacro de cuarentena por el Covid-19 en Bogotá, Cundinamarca, Boyacá y Santander, las empresas de telefonía celular y servicios de internet sorprendieron al país con la propuesta de un mínimo vital en minutos, mensajes de texto e internet.

El tema no hubiera sido sorpresivo, sino es porque por un lado, a nadie se le hubiera ocurrido pensar que en un momento de cuarentena domiciliaria, llamar por celular, enviar mensajes de texto o acceder a internet fuera vital para continuar con una vida medianamente normal, sobre todo en un país con tantas necesidades básicas insatisfechas y por el otro, porque dicha propuesta fue iniciativa privada.

Este anuncio, junto con la frustrada lucha de la Alcaldesa Mayor de Bogotá por la gratuidad en los servicios públicos domiciliarios en el Distrito durante la cuarentena nacional y de la orden presidencial de reconectar el servicio de agua potable en todo el país a todos aquellos usuarios que por cuestiones de falta de pago habían sufrido la desconexión del servicio, pone nuevamente en la opinión pública el debate de si el acceso a agua potable, a gas combustible domiciliario y a energía eléctrica podrían tener un mínimo vital en un país como el nuestro, que según datos del Ministro de Vivienda divulgados el miércoles 25 de marzo, tiene más del 55% de sus suscriptores en estrato 1 y 2.

Y es que precisamente en las alocuciones diarias que el Gobierno Duque anda realizando con ocasión de la cuarentena en la que está el país desde el martes 24 de marzo, se ha presentado un panorama bastante particular, ya que entre las medidas tomadas con ocasión de esa emergencia económica y social a la que nos llevó el coronavirus, en un tono de regaño la flamante Ministra de Minas y Energía, en medio del anuncio de la reconexión de los servicios de energía eléctrica a quienes lo tienen desconectado al día de hoy, siguiendo el ejemplo del servicio de agua potable, nos recordó los promedios de los subsidios que el Estado realiza a las facturas de energía eléctrica a los estratos 1, 2 y 3.

Y es que precisamente en un país con tanta riqueza hídrica y de hidrocarburos y con tantos usuarios de menores ingresos, parece hilarante que los subsidios estatales no alcancen para garantizarle a la población el disfrute de dicha riqueza y pueda tener mínimos vitales que desarrollen el principio constitucional de la vida digna, de vivir bien.

Ante esta situación, se hace necesario recordar que no es extraño hablar de mínimos vitales en Colombia, ya que en el país se han realizado ensayos al respecto.

En 2012 la Alcaldía de Gustavo Petro, por medio del Decreto 064 de 2012 otorgó 6 metros cúbicos de agua potable sin costo para usuarios residenciales de estrato 1 y 2 en Bogotá, lo que constituyó un ensayo de mínimo vital que motivaría un proyecto de ley en 2018 que pretendía establecerlo a nivel nacional, el cual tuvo oposición por parte del Gobierno Nacional, debido a que dicho ensayo según el viceministro de Agua de la época, se frustró, ya que las mediciones del consumo de agua durante la vigencia del Decreto en dichos estratos sociales del Distrito fue suntuario, sobrepasándose incluso el promedio de consumo de municipios de clima frío.

Por estos días, ese país nacional que siempre se ha presentado como transparente, de repente, y gracias a la cuarentena por la pandemia del coronavirus, se les ha explotado en la cara a los empresarios, a los empleados de ingresos medios y medios altos, a los medios de comunicación, a las elites políticas, al alto Gobierno, manchando sus empolvadas caras con la crudeza del hambre, del desempleo, de la informalidad, de la pobreza oculta, del “si no trabajo no como”.

Definitivamente, como muchos afirman, de esta pandemia no saldremos iguales y seriamos tremendamente estúpidos si luego de esta situación no logramos convertir en una verdadera lucha, más allá del memorial de agravios de los 130 puntos del lúcido Comité Nacional de Paro, la de los mínimos vitales en servicios públicos domiciliarios en un país tan subnormal como el nuestro.

Es hora de exigir, agua luz y gas para todos, adicionales a los clásicos salud, educación, tierra, techo y trabajo.

Zootecnista Universidad Nacional de Colombia, Candidato a Magíster en Producción Animal de la Universidad Nacional. Coordinador Nacional para asuntos de Paz de la Organización Nacional de Juventudes Liberales 2014-2018.