Luego de que los resultados de la Consulta Popular Anticorrupción realizada el pasado 26 de agosto, dieran como resultado la participación de 11 millones 700 mil ciudadanos, todos los analistas políticos se volcaron a desmenuzar los impactos de ese mecanismo de participación que estrenamos luego de 25 años de estar ahí en la Constitución Política, casi que durmiendo el sueño de los justos, pero pocos se arriesgaron a proponer acciones a esas ciudadanías libres, como las llama el senador Gustavo Petro, que lograron en últimas juntar a todos los partidos y movimientos políticos con asiento en el Congreso de la República en ese “pacto de medianoche” del miércoles 29 de agosto de 2018.
En cambio, un puñado de audacias menores de 35 años, semanas antes de la Consulta, ya habían empezado a pensarse la manera de actuar en el indudablemente nuevo contexto sociopolítico colombiano post 26 de agosto y decidieron lanzarse en misión, para fortalecer la ciudadanía que se activó este año particularmente electoral.
Como buenos misioneros, estas audacias tienen muy claro que sin una ética plenamente definida, las ciudadanías colombianas no podrán persistir en el tiempo por lo que valores como la transparencia en el actuar, el trabajo por el bien común y la responsabilidad, entre otros, son los valores que las ciudadanías colombianas deben considerar en su relación entre ellas mismas.
Y es que la Misión Ciudadana, como se ha bautizado a este proceso, heredero de la Misión Valeriana, aquella plataforma ciudadana mayoritariamente juvenil que se formó alrededor de la precampaña presidencial liberal de Humberto de la Calle Lombana hace un año, se ha puesto como objetivo, fortalecer los tejidos sociales que permiten que los ciudadanos y las ciudadanas se mantenganactivas más allá del ejercicio del sufragio, lo que a largo plazo fortalecerá la democracia; objetivo que no es menor cosa, considerando que en un país como el nuestro, donde a la par de los mecanismos de participación de reciente estreno como el plebiscito y la consulta popular se empiezan a cambiar las lógicas de la guerra que marcaron las relaciones ciudadanas entre los distintos sectores de las sociedades colombianas, se hace justo y necesario empezar a dar pasos hacia esa realidad y que mejor que sean las audacias menores de 35 años quienes empiecen a darlos.
Por lo pronto, los buenos misioneros ciudadanos siguen en el proceso de configuración y de fortalecimiento interno, puestas las esperanzas en un mañana mejor.
Grandes noticias vendrán de ese naciente proceso político sin filiación partidista.
Se los aseguro.
Si quieren saber más de la Misión Ciudadana, pueden seguir su perfil de twitter @MisionCiudadCol.