La cuarentena económica y comercial se están reduciendo en muchos países, pues los gobiernos están entendiendo poco a poco, que el problema de salud no se remedia solo con acuartelar a la economía, aunque estén muy vinculados. La presión para aliviar es comprensible. El FMI estima que hasta el momento se han gastado $ 10 billones de dólares en medidas de apoyo oficial en todo el mundo, y pronostica que el PIB mundial se contraerá en un 4.9% sin precedentes en 2020.
La OMS, insiste en la responsabilidad urgente de suprimir la transmisión y salvar vidas, aunque también es importante minimizar el daño económico. Las alternativas siguen siendo inciertas pues aún no hay una vacuna segura para ser el punto de partida de una estrategia de recuperación económica. Independientemente del optimismo sobre el desarrollo de la vacuna, donde ya hay varias en pruebas con humanos, no hay certeza de un resultado decisivo para una fecha determinada así se hable de septiembre en Inglaterra. Una vacuna que demuestre ser efectiva, su fabricación y distribución a 8 mil millones de personas presentará un conjunto de desafíos logísticos y económicos sin precedentes para todo el mundo y tomará años.
Es cierto que el virus se puede controlar eventualmente, pero las medidas de distanciamiento físico son económicamente dañinas. Eso obliga a mantener una economía subvencionada difícil de sostener a medio y largo plazo especialmente cuando la intención de los consumidores para gastar todavía está contraída por medidas que limitan la circulación humana o la falta de confianza.
Una política enfocada en suprimir y eliminar el virus ofrece perspectivas económicas más atractivas como lo ha demostrado Nueva Zelanda, Corea del Sur y Taiwán. Algunos que comenzaron con una epidemia grave, como China, España e Italia, también han logrado llegar a un nivel en el que puede prever una eliminación casi completa dentro de su territorio. Con esos antecedentes, el gobierno colombiano puede proteger gran parte de la economía, incluso si esto significa continuar las limitaciones de viaje por algún tiempo frente a otros países que están más comprometidos o tienen menos éxito en la eliminación del virus.
Algunos sectores, particularmente el transporte aéreo de pasajeros de larga distancia internacional y hospedajes extendidos se verán fuertemente afectados, pero otros sectores de alto valor o intensivos en empleo, como la gastronomía y el turismo local de corta estadía podrán recuperarse sustancialmente.
Suprimir y eliminar el virus en el menor tiempo posible lleva la aplicación fuerte de las medidas de distanciamiento físico. Lograr tal claridad aumentará la confianza del público en la estrategia del gobierno como está pasando con Guayaquil en Ecuador o en Medellin y, por lo tanto, la capacidad de respuesta positiva de la ciudadanía a las instrucciones de las autoridades. Los beneficios del uso generalizado de máscaras faciales se comprenden mucho mejor hoy que antes porque es probable que ocurran brotes nuevos, particularmente mientras el virus permanece en circulación activa a nivel mundial.
Elegir una estrategia efectiva inevitablemente significa tomar decisiones difíciles. Retrasar las medidas de recuperación a corto plazo, en economías completas o parciales, puede marcar una diferencia decisiva para lograr un resultado económico sostenible a largo plazo. Las autoridades finalmente pueden verse obligadas a sacrificar algunos sectores económicos temporalmente, posiblemente con efectos de largo plazo, pero será una decisión muy compleja por el alto grado de discriminación que eso conllevaría.
Pero si no estamos listos para tomar estas decisiones complejas, la economía puede quedar permanentemente estancada en un punto intermedio entre el cierre y la recuperación.