La defensoría y los derechos humanos

Opinión Por

Estamos ad portas del nombramiento del nuevo Defensor del Pueblo quien debe cubrir el periodo de 2020-2024. Las esperanzas en una Defensoría que asuma con profunda seriedad y compromiso la defensa real de los Derechos Humanos esta, hoy más que nunca, en la conciencia de todos los colombianos. Y no nos falta razón, el sistemático asesinato de líderes sociales ocurridos en lejanas provincias colombianas ha puesto en profunda alerta a los organismos mundiales de defensa de los Derechos Humanos, con esta consideración: O paran este genocidio brutal o las instituciones nacionales que cuidan del derecho a la vida quedaran francamente dañadas en su credibilidad, hasta el fin de sus días. 

De las personas que han ostentado el meritorio reconocimiento de Defensores del Pueblo, vale la pena en estos momentos recordar a tres de ellos. El primero, fue el Doctor Jaime Córdoba Triviño a quien le correspondió el alto honor de dar los iniciales pasos con una Institución que nació de las primeras orientaciones de la Constitución Política de 1991 y adelantó toda la tarea pedagógica en la construcción de la doctrina de los Derechos Humanos, alma fundamental de esta esperanzadora Institución. 

En segundo lugar, ubicamos en reconocimiento al Doctor Eduardo Cifuentes Muñoz profesor asociado y Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes (2005-2011). Director de la División de Derechos Humanos de la UNESCO (2003-2005), adoptó el instrumento de las resoluciones defensoriales sobre investigaciones de problemáticas en Derechos Humanos. 

En tercer lugar, está en reconocimiento el Dr.  Volmar Pérez Ortiz, abogado de la Universidad Javeriana, especializado en Derecho Público y Derecho Internacional Humanitario (DIH) con estudios en Derechos Humanos. quien estructuró el sistema de Defensoría Pública, la creación de las Defensorías Delegadas para la salud, victimas, desplazados y la del Sistema de Alertas Temprano (SAT). 

El último y actual Defensor del Pueblo es el Dr. Carlos Negret quien se ha caracterizado por su significativa presencia en las conflictivas regiones colombianas, pero se hace necesario sistematizar y orientar estos esfuerzos para que tengan verdadera fuerza en las políticas públicas en beneficio de las comunidades campesinas más olvidadas.

Son grandes los desafíos que debe enfrentar y resolver el nuevo Defensor o Defensora del Pueblo.  La angustia cotidiana que expresa la sociedad civil frente a las violaciones sistemáticas de los Derechos Humanos de las poblaciones étnicas más desfavorecidas por el Estado, a saber: Comunidades afros, indígenas y campesinas en general. La preocupación central se refiere a la violación de la vida, olvidándose el principio central de la existencia: La vida es sagrada y nadie podrá atentar contra ella. 

También debe trabajar sobre el derecho humano al agua. Esta es una condición sine qua non para la existencia de la vida humana y cualquier otra forma de vida, ya sea animal o vegetal. Este derecho humano al agua debe considerarse prioritaria en el deber del Estado, suministrar agua pura y potable a toda la población colombiana, como el camino cierto de acabar de plano con las enfermedades digestivas infecciosas. Como tarea fundamental le corresponde defender y proteger las fuentes y nacimientos de agua de la codicia minera que la pone en riesgo inminente de extinción.

Otro reto importante es el que tiene que ver con la etnoeducación y etnosalud. Este es un derecho inherente a las comunidades indígenas, consignado como un derecho constitucional:  Respeto a todas las etnias en lo que tiene que ver con sus condiciones ancestrales de lenguas, dialectos y la visión cosmogónica de la salud y la vida.

La última reflexión se refiere a la urgente necesidad de buscar mecanismos efectivos que consoliden la Paz y la Reconciliación de la gran familia colombiana. El nuevo Defensor(a) debe entender que, si no se logra concretar una verdadera Paz, la vida en campos y ciudades será cada vez más dramática donde grupos armados dispondrán sin ley y sin Dios, de la vida, honra y bienes de los colombianos desplazados y más olvidados de la tierra.

Presidente del Comité Permanente de defensa de los DD.HH. Fue Embajador de Colombia en Europa. Trabajó en el Programa de Paz de la Universidad Pedagógica de Colombia, y es un reconocido defensor de Derechos Humanos.