La portada del libro “derecha e izquierda” de Norberto Bobbio son un par de gafas, unas de lentes azules y las otras rojos. Los lentes son “la pantalla” a través de la cual los individuos comprendemos nuestra realidad, el color representa nuestra posición ideológica (el azul de las derechas y el rojo de las izquierdas), nuestro sistema de valores, nuestros intereses, nuestras prioridades, etc.
Con cuál de las dos gafas ves el mundo, depende de la trayectoria de cada quien, de tu herencia familiar, tus relaciones sociales, tu historia de vida. Si bien creo que el ejemplo de las gafas es una simplificación de la realidad y que hay más colores con los cuales entender la vida, lo considero muy pertinente para traer a colación una reflexión, en el marco de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del próximo 17 de junio. Y es que lo que hay detrás de la decisión política de votar por Petro o por Duque, no se reduce a que tú seas “paraco, narco, castrochavista, o que amas al país y los otros lo quieren destruir”, lo que hay detrás del debate es que unos tienen puestas unas gafas y los demás otras, el debate se da porque lo que está en disputa son dos visiones legitimas sobre el desarrollo de Colombia y solo una de ellas dirigirá la acción del Gobierno durante los próximos 4 años.
Mis gafas son las rojas, soy liberal socialdemócrata y en tanto tal concibo la vida desde una perspectiva laica, en donde lo público y la fe están separados, en donde los derechos individuales son inviolables y por ello el Estado debe respetar la órbita intima de los seres humanos. Soy liberal porque considero que el Estado debe intervenir para nivelar la cancha, no para que todos seamos iguales, sino para que todos como ciudadanos de un mismo país contemos con un mínimo de garantías (en salud, educación, alimentación y vivienda) para salir adelante en la vida, y que nuestro éxito o fracaso en ella dependa más de nuestro mérito y esfuerzo que de la cuna en la que nacimos.
Soy un joven colombiano, que respeta a quienes tienen otras gafas, pero con convicción y coherencia defiendo la manera como comprendo el mundo, porque creo que es lo mejor para mi país y su gente. En los últimos años, he vivido con pasión y esperanza el proceso de paz, pues lo entiendo no solo como la oportunidad para haber desarmado a las FARC, sino como la posibilidad para cerrar las brechas entre la Colombia urbana y rural, para nivelar la cancha entre quienes han padecido el conflicto a flor de piel y quienes hemos tenido el privilegio de vivir cómodamente en ciudades con todos los servicios públicos, con acceso a educación, buenos hospitales, sistemas de transporte y espacios de recreación u ocio. Esto lo escribe un joven de 28 años que cuando tenía tres meses de nacido perdió a su padre por que la guerrilla lo mató y para mí, desde las gafas que llevo puestas, no hay mayor reparación para las víctimas que acabar con la guerra que se llevó a nuestros seres queridos.
Por eso me indignó como liberal que soy, que la colectividad “del trapo rojo” adhiriera a la campaña del partido que se ha opuesto con fuerza a aquella apuesta de país. El liberalismo cambio de gafas, sin darse cuenta que con ello no solo traicionó su historia, sino que terminó de perder la de por sí ya poca confianza ciudadana de la que gozaba, por tratar de posicionarse bien frente al probable gobierno de Iván Duque, dejaron al Partido sin banderas, sin discurso y con muy pocos votos, esto se vio reflejado en el hecho de que los liberales de Colombia se sintieron más identificados con otros partidos y por ello votaron mayoritariamente en la primera vuelta de las presidenciales a opciones como la de Sergio Fajardo de la Coalición Colombia y la de Gustavo Petro de la Colombia Humana, por encima del candidato oficial del partido Humberto de la Calle (y eso que era un gran candidato).
La posición más lógica era dejar en libertad a la militancia o invitar a votar por Petro, quien entre las dos opciones disponibles en segunda vuelta, es quien garantiza el cabal cumplimiento de los acuerdos de paz, por lo que valga recordar se jodió tanto el liberalismo, defendiéndolos en los últimos 8 años. Respeto profundamente a quienes van a votar por el Doctor Duque y ni los satanizo ni califico, porque entiendo que su trayectoria de vida les hace estar convencidos que él desde su perspectiva, es la mejor opción para nuestro país.
Pero mis gafas son rojas y no las puedo cambiar, porque con ellas entiendo la vida…por eso mi voto para esta elección será por la propuesta que considero es la que mejor representa la defensa de nuestro medio ambiente, el respeto a la diversidad de nuestra gente, que comprende que la educación es el eje fundamental del desarrollo, y que entiende que el proceso de paz no se reduce a la entrega de armas, sino que está conlleva reformas y la permanente presencia del Estado en aquellas regiones que padecieron la violencia. Por eso mi voto, dentro de las alternativas que tengo, será por el señor Gustavo Petro.