Fue Fidel quien dijo: “Un revolucionario puede perder toda la familia, la libertad, la vida, menos la moral (la ética)”, y estas palabras conservan toda su vigencia, a lo largo y ancho de los años y en medio de las más profundas y difíciles contradicciones que plantea el genero humano y el complejo evolucionar de los tiempos.
La ética está relacionada con el estudio fundamental de los valores morales que guían el comportamiento humano en la sociedad. Mientras que la moral, son las costumbres, normas, tabúes y convenios establecidos por cada sociedad. La ética rige a los hombres por el camino del bien, de la solidaridad, del servicio, del respeto y de la condición suprema de lo humano, máxima expresión que nos aleja del cerebro reptil y nos proyecta en el mundo sublime de la racionalidad y el humanismo, los espacios más altos del pensamiento, sobre la faz de la tierra.
Los hombres nos perdimos en el camino de la prepotencia, del orgullo, de creer que somos exclusivamente los portadores de la verdad. Cuando la verdad es la sumatoria de miles de fragmentos de verdad. Consideramos que esta condición nos da patente de corso para anular y desacreditar a quienes no comparten nuestras mismas verdades y nuestras apreciaciones políticas. Esta soberbia nos vuelve vanos, ruines, egoístas. Creemos que la tarea central es acumular poder y oro, para subyugar a los más débiles y humildes. Por este absurdo camino, la razón de ser es la de imponer sus reales a cualquier costo, sin importar las vidas ajenas, ni los grandes males y daños que por este camino se causen a la humanidad.
Hace tantos años transitamos por esta senda oscura y peligrosa del odio, de la confrontación violenta, del crimen y el asesinato. Nuestra Nación, desde que se apagaron los cañones y cesaron las descargas de caballería sobre las fuerzas de Pablo Morillo y sus españoles, no ha conocido tranquilidad ni sosiego. Por eso, es Admirable este esfuerzo de Paz que fueron capaces de lograr la gente madura y profunda de las Farc con el gobierno de Juan Manuel Santos. Qué ejemplo de racionalidad, de humanismo, ser capaces de cerrar el ciclo de la violencia, del secuestro, de la muerte y plantarse frente a la inexorable tarea de organizar las grandes masas obreras y campesinas, como lo fue capaz de hacer el heroico pueblo de Vietnam, en el momento más complejo y dramático de su lucha contra el imperialismo.
Quienes nos planteamos como tarea impostergable el luchar y lograr la inaplazable justicia social como el camino de lograr una mejor sociedad, debemos tener muy claro que la ética, y solo la ética, debe guiar todos nuestros pasos y esperanzas. Que jamás el secuestro y la extorsión deben enlodar la hoja cristalina de ser revolucionarios. La razón de ser y de servir debe ser el prospecto fundamental para lograr una mejor sociedad para los centenares de humildes que pueblan nuestra nación a lo largo y a lo ancho de la geografía nacional. Ese es el deber inclaudicable de la ética y mas temprano que tarde se hará realidad para todos los desheredados de la tierra.