El guerra entre Rusia y Ucrania, además de ser condenable, como lo son todos los enfrentamientos armados, donde quien paga las consecuencias es la población civil, según los analistas más pesimistas podría dar origen a una tercera guerra mundial –situación que consideró la mayoría de la humanidad rechaza- y con todo el riesgo que conlleva el uso de armas nucleares. Pero los menos pesimistas piensan que lo que puede originarse, de esta invasión rusa a territorio de Ucrania y los enfrentamientos militares y demás consecuencias que de allí se deriven, sería una ‘segunda guerra fría’ en la cual no sólo la mayoría de los países del globo terminarían ‘obligados’ a tomar partido, por uno u otro bando, adicionalmente con las consecuencias que de allí podrían venir. Esto podría ser la base de una nueva y transitoria reconfiguración de las áreas de influencia –especialmente con un alto sesgo euro-atlántico, pero nosotros estamos situados allí e inevitablemente nos involucra-; posiblemente también el fortalecimiento con mayor fuerza de otras potencias –especialmente China e India y potencias regionales como Turquía y otras-.
Algunas analistas perspicaces consideran que muy probablemente en un tiempo prudencial sería posible esperar el surgimiento de un grupo de países que buscarían no alinearse con ninguno de estos polos que se conformarían –recordemos el grupo de los llamados países No Alineados que fue una iniciativa de países como India, Yugoslavia, Egipto, entre otros, para tomar distancia de los dos bloques de ese momento, los países ‘capitalistas’ liderados por Estados Unidos y los países ‘socialistas’ liderados por la Unión Soviética; ese grupo con el tiempo llegó a ser un bloque mayoritario en muchos foros internacionales-. Ahora es posible que pueda comenzar a configurarse progresivamente otro grupo que busca no ser considerado incondicional ni de los aliados de Estados Unidos y la OTAN, ni de los países que se alinearían con Rusia, Bielorusia y otros. Esto, por cuanto muchos países, más allá de condenar los efectos perversos de la guerra y de las agresiones, no están para nada interesados en involucrarse en aventuras militares, sin importar el pretexto que se aduzca y mucho más en un mundo que tiende a ser más multipolar que bipolar como en la ‘primera guerra fría’, porque Estados Unidos ha perdido poder –económico y militar a nivel global y China, siendo la segunda potencia tampoco tiene aún capacidad para equipararse-.
En ese sentido adquiere relevancia el reciente libro de tres destacados escritores chilenos, Carlos Fortin, Jorge Heine y Carlos Ominami, quienes como editores proponen como lo dice el título de su libro “El No Alineamiento Activo y América Latina: Una doctrina para el nuevo siglo”, que si bien está pensando en perspectiva de una confrontación global Estados Unidos y China, plantean la necesidad que tiene América Latina en esa dirección, pero anotan con razón, que “se debe proceder con cautela y flexibilidad, pues cada país tiene relaciones distintas con cada potencia…Después de esta pandemia, América Latina necesita una estrategia de crecimiento tecnológico y nuevo pacto social. Y debe emplear todas las opciones, alianzas y proyectos para avanzar. No conviene andar solo por el mundo…En un mundo globalizado, no es separable lo nacional de lo internacional. La política internacional proyecta los principios e intereses estratégicos de una nación, y los fenómenos mundiales condicionan las políticas públicas y la estrategia nacional. El nuevo gobierno de Chile deberá apuntar a una alta coordinación entre los países latinoamericanos. El concepto de No Alineamiento Activo constituye una guía para la acción, puede contribuir a acciones comunes y a superar la actual fragmentación…” (Sergio Bitar)
Coda: Debemos este domingo, con responsabilidad, elegir el nuevo Congreso que acompañe al nuevo Gobierno.