En una época de pandemia se evoca la fragilidad de la vida. La sensación de fatalidad hace que la sensibilidad se embote y nos confunda. La epidemia del coronavirus nos ha hecho reflexionar sobre la necesidad del acercamiento entre los humanos. Se nos alteró el estilo de vida. La soledad es a veces irresistible. El dolor nos abre los ojos y nos invita a pensar. Las noticias nos asustan y también nos reconfortan. La esperanza y la paciencia son el mejor remedio que debemos consentir en nuestro interior.
El autor de La Peste, Albert Camus, (premio nobel de literatura 1957) en su obra, deja entrever la peste como la lucha contra el mal, contra los bajos instintos del ser humano. Albert Camus (premio nobel de literatura 1957) es llamado el filósofo de lo absurdo y utilizaba sus novelas para desarrollar su teoría existencialista. Su filosofía resalta el momento en que el hombre moderno en cierto momento de su vida, descubre que la vida carece de sentido. Se examina la rutina que tiene el hombre sometido en la sociedad, en donde solo trabajando se siente útil.
Así sea absurda la vida, hay que aceptarla con entusiasmo, con pasión, con alegría, amando el arte, la música, la literatura, las cuales liberan el alma, y nos muestran un verdadero sentido de ella. La alegría y la pasión de vivir, deben ser los signos de rebelión contra lo absurdo.
El tema central de la novela es la solidaridad humana, que, frente a un siniestro, donde la vida es un riesgo inminente, la solidaridad humana está por encima del instinto animal.
Camus concluye en su novela que “todo lo que el hombre puede ganar en el juego de la peste y de la vida es el conocimiento y el recuerdo”. Nos invita a que amemos la soledad y dice: “El que no sabe estar solo desconoce lo que es la verdadera libertad”. Esta es una reflexión para darle un verdadero sentido a nuestras vidas en esta época en que estamos cuidándonos en nuestras casas.
En la ciudad de Oran se desata una terrible epidemia, la cual son tantos los muertos, que se hace difícil ocultarla. Se empiezan a tomar medidas de precaución y aislamiento para evitar el contagio. Los habitantes comienzan a sentirse aislados del mundo. Los guardias prohíben todo tipo de comunicación pues aún con las cartas se prevé el contagio de la epidemia. Se afecta el comercio de la ciudad. Dentro de las casas los habitantes se sienten como esclavos y cada día la epidemia cobra nuevas vidas. Pronto algunos habitantes se rebelan contra el confinamiento y de repente la ciudad se vuelve caótica, provocando incendios, robando tiendas, y algunos robando en las casas. El alto número de fallecidos obliga a las autoridades a que los muertos sean enterrados en fosas comunes y los funerales se prohíben.
Pasaron meses sin saber cuándo terminaría la catástrofe. Se notaba un ambiente de soledad y miedo. En la novela sobresale un personaje de nombre Cottard. Para él, la epidemia la define con una metáfora, para entender que en el mundo existen cosas peores como la injusticia, la pérdida de valores, el cáncer o el hambre. Pasan las horas lentamente, llega la época de la navidad sin haber siquiera insumos para celebrarla. El letargo y la desesperanza de la gente se contagia más que la peste. La crisis económica de la región se dispara, y el precio de los productos genera escasez y desinterés.
En un momento inesperado, van desapareciendo los contagios. Poco a poco se van abriendo los bares, los restaurantes, y los precios se vuelven a estabilizar, pero el miedo de contraer la enfermedad sigue latente, así como también el miedo a cómo comenzar de nuevo, una vez que la epidemia desapareciera. Aquí resalta el autor, cómo los seres humanos fácilmente podemos adaptarnos a los cambios. Surgen temores, pero la resistencia se impone tras el logro que queremos.
El protagonista y narrador de la historia, de nombre Rieux, era un médico, que además de obsesionarse por salvar vidas, llega a la conclusión de que en el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio. El autor, resalta el valor del médico que cura cuerpos y cura almas. La mente supera el sufrimiento y el dolor, para permitir alargar vidas.
La epidemia desaparece, la ciudad vuelve a la normalidad y la novela termina con un homenaje a las víctimas que no sobrevivieron.