El terrorismo es una manifiesta expresión de cobardía. Se destruyen vidas y bienes, se causa pavor y miedo al amparo del disfraz, de la oscuridad, del anonimato. Se mata con crueldad en una actitud reprobable que es la más odiosa del crimen. A ella se llega por fanatismo, en extremismo ciego, torpe, demente, buscando intimidar, rendición o destruir para satisfacer instintos irracionales. Por eso, porque es odioso, reprobable en extremo, de la más alta peligrosidad, la sociedad, el pueblo con sus lideratos al frente, ha condenado el acto terrorsita, animal, del Centro Andino en Bogotá.
El Partido Liberal se ha unido ferviente, con compromiso, al rechazo del enorme y delincuencial estropicio. El liberalismo es libertad, respeto a la vida y a los derechos humanos, justicia y equidad. Es obrar en democracia, con garantías, sin lesionar los derechos de los demás. Atacar, violentar, perseguir, destruir, no cabe en los criterios liberales ni en la doctrina de ninguna ideología democrática.
Liberalismo significa convivencia y paz. Por eso la Colectividad roja demanda de las autoridades diligencia y resultados en sus actividades institucionales para saber, sin dudas, con grado de certeza, quienes fueron los responsables intelectuales y materiales del grave acontecer criminal.
Liberalismo es respeto y colaboración con las autoridades para que puedan cumplir a satisfacción sus deberes. En estos casos todos los ciudadanos, pero especialmente los de carnet y sentimiento liberal, debemos cooperar en el esclarecimiento del crimen. ¡De todos los crímenes! Sin recta, cumplida y severa justicia no se podrán complementar los esfuerzos que se vienen haciendo para lograr la paz.
Algunos irresponsables, como se dice en el argot popular, “quieren comer del muerto”, lanzando conjeturas de culpabilidad, cuando las autoridades son las que tienen el deber de decirnos a los ciudadanos el nombre de los responsables, las razones de su abominable acto y sancionarlos ejemplarmente.
Decir que fue la extrema izquierda es tan irresponsable como manifestar que fue la derecha extrema. Tan reprobable es afirmar que fueron los partidarios de la paz, como los enemigos de la paz. Hay que dejar los odios y la ceguera política cuando de por medio está el dolor de las familias y la indignación de la comunidad.
Ningún momento mejor para alegar en favor de la convivencia. Esta semana la guerrilla que firmó el Acuerdo con el gobierno entregará la totalidad de las armas que porta. Con satisfacción podemos afirmar que en pocos días se acabarán las Farc. No es solo una buena noticia; es la mejor noticia para todos los colombianos.
Hay que seguir la tarea. Queda pendiente otro Acuerdo, con los “elenos”. Hay que terminar las bandas criminales y el narcotráfico. Queda el resto de la delincuencia, encontrarle solución a la pobreza, lograr un país con mayor igualdad, proponernos alcanzar los mejores niveles de educación y hacer reformar democráticas, constitucionales, en la economía, para que haya empleo y mejores oportunidades para todos. Así venceremos el crimen y la inequidad.