¿Cómo medir la empatía de una acción humana, es una pregunta simple de hacerse, más no se qué tan fácil será de responderla? Ya mucho se conoce que el individualismo atrae males muy letales para la solidaridad de la humanidad; valga la redundancia, pero la falta de empatía por los otros, nos lleva a decir que los subjetivismos egoístas siguen como argumentos vacíos llenos de un amplio sentido de censo frívolo por la vida de las otras personas. El Mal Salvaje, es todo comportamiento humano mezquino en pensar en la situación de otros.
Tomando de ejemplo la actividad política, notaremos que la política y sus manipuladores la han convertido en una herramienta de clase que actúa sin cesar en los pasillos ocultos de los Estados y sus gobernantes. La democracia, forma que defiende el Buen Salvaje y Mal Salvaje puede ser vista como una caja llena de trucos e ilusiones, ilusionistas. Las acciones hechas por los gobiernos cada vez más son desveladas por sus acciones, a que los pobres no valen nada, dado que estos ciudadanos, ya nada tendrían para ofrecer, por lo tanto, como ser humano deja de ser importante.
Parafraseando a Heidegger, resalto, que todo ente o ser humano es un signo abierto a ser interpretado. En todo caso, la arrogancia es un estímulo vivo, aplaudido por el capitalismo sobre sus seguidores que valdría la pena ser tomada en cuenta. El abuso del ejercicio del poder bruto de los que ostentan el poder, para un actuar dentro del poder mediante la violencia simbólica, también es una práctica que aplaude el capitalismo, e incluso a mismos conservadores nacional izquierdistas. El Mal Salvaje-individuo, usa el poder para su beneficio propio, y no importa lo que otros piensen. Si de política del Mal Salvaje se trata, no hay nada mejor que verificar como el orden dominante siempre está imponiendo reglas, e impone al pobre, hacer lo que este no que quiere hacer. Actuar desde la escuela y la ideología del opresor, es un acto desleal a todo valor humano.
Existe una idea con malicia en afirmar que la competencia humana es la base de la vida humana, y que lo colectivo es mera quimera. Por consiguiente, tenemos discursos vanos e insolubles en política, que antes de llamar a la reflexión crítica del pueblo, al contrario, lo hacen cada vez más alienado. Seguir las reglas del opresor con sabio conocimiento, exponer y afectar a otros seres humanos por nuestros actos es tener rasgos de sociópatas. Fingir ayudar al más débil por medio de palabras sin sentido, puede ser interpretado como un acto desleal a la humanidad.
Ofrecer al humilde luchar junto a ellos, ellas, para salir de la pobreza, y reivindicaciones de derechos, justicia, de clase, raza o género, y no cumplir, es ser un Mal Salvaje. Hacer uso de la manipulación para arrastrar a otros a la fatalidad, es imperdonable. La libertad y su sentido de uso, no debe ser un dispositivo de manipulación. Al parecer la pandemia ha sido perfecta para todo tipo de manipulación del poder. Enfatizar como el Estado manipula, miente y estimula por el miedo, ya es ser realistas y concretos. Las agendas políticas y burocráticas de los gobiernos, e instituciones públicas no solo manipulan al ojo ciudadano en general, son desde luego perversas formas de dominación legitima, carismática y tradicional con un solo fin, aplicar criterios caprichosos y deshumanizar al indefenso. El Mal Salvaje corroe al cuerpo, intimida, y mata de muchas formas, silencia la voz. Por eso, que la fuerza y aplicación de toda opresión humana para otros cuerpos humanos mismo en pandemia, sigue siendo una bomba de tiempo latente.
El Buen Salvaje, es aquel ser humano que piensa no solo para sí, más también es propuesto a que piensa para los demás. A inicios de esta columna anotábamos que la no empatía por la solidaridad, es un dispositivo del individualismo de no seguir como forma. Nos reafirmamos en anotar que el Buen Salvaje, tiene la posibilidad de optar por la solidaridad, y la empatía de los otros que se mueven en su entorno. Han hecho creer que lo colectivo, o pensar en multitud no ayuda al ser humano a lograr sus objetivos, cuidado es falso.
Estamos viviendo una guerra cultural de clase diferente, estemos alerta con las trampas propuestas. Pensemos en los intereses singulares, más hagamos otro ejercicio también, pensar en los intereses desde una visión plurales. Por ello, ser justos, es ser fuertes frente a la tiranía del dinero, como la tiranía de la información, que oprime al que no sabe usar la técnica de la globalización, aquí entra la desigualdad de la educación. ¿ Entonces, la hipocresía personalista sería una actividad letal sobre todo en la toma de decisiones para los colectivos o no?.