La columna, tiene por objetivo, reflexionar que no hay esa democracia idealizada y concreta definida en el Perú profundo todavía; por lo contario, sí existiría una democracia como dispositivo de uso, el de la clase capitalista.
Manuel Gonzales Prada escribió en su libro «Bajo el Oprobio», la primera escuela de dominación colonial fue convertir hombres y mujeres omisos, obedientes, cual mulas que solo mueven la cola cuando los patrones les dan de comer su pasto antes luego de trabajar. Su crítica, no seguir aquella opción de ser mulas de carga para unas pocas gentes. Nos preguntamos ¿Cuánto ha cambiado el país sobre dejar de ser vistos como mulas de carga?
Al parecer, todavía existe en la mentalidad arcaica de las clases capitalista en el Perú contemporáneo, y del bicentenario, la idea de seguir en la vieja fórmula de convertir poblaciones para dar pasto, callarlas y luego hacerlas trabajar como mulas de carga. La renuncia del destacado sociólogo peruano, Héctor Béjar al Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, el pasado 17 de agosto, prendieron las alarmas para hacer reflexiones y réplicas sobre el contexto actual, sobre, nivel de cultura política, aprendido de la historia, y cual conciliada está su gente e instituciones sobre las marcas de historia que el país guarda en sus archivos.
Se escucha mencionar al pueblo desde sus cuadrados: ¡viva la democracia aquí!; ¡viva la democracia allá! ¡Arriba el Perú aquí!; ¡arriba el Perú por donde sea! ¿Pero de dónde vienen esas voces y para qué se las emite?; en este caso, se puede decir, que hay dos voces claras en esta batalla: los primeros son los que se creen amos del país y que todavía creen vivir en un virreinato en pleno 2021; y los segundos los que luchan por quitarse la etiqueta de ser mulas de carga, y que buscan reivindicación. No, sé descarta que la higiene mental dominante ha creado otras sub clases subordinadas, y que sí existen en todo el territorio.
José Antonio Encinas por allá en 1936, anotó, que la educación del país es una educación solo para higienizar memorias, obedecer y no para libertarse. Coincidentemente en lo contemporáneo y el bicentenario se siguen realizando la higiene mental al pueblo, maquillada de diferentes formas, tipo, gritar ¡yo lucho por la democracia!
¡Existe democracia en el Perú! – sin dudas, es obvio, que, hay alguna por ahí. Pero, cuál democracia, de quiénes, y para los quién. La posible respuesta a la interrogante volvió a salir al campo, luego de que el ex ministro Héctor Béjar, fuera exigido a renunciar por tocar llagas de la historia del país que supuestamente estaban cerradas y reconciliadas. El tratar de decir que la historia es la historia, y no se la puede cambiar dado que todo estaría registrado. O que para algunos en su cabeza 1980 es primero que 1970.
Por ende, costo la exigida renuncia de Héctor Béjar, haber tocado llagas que sangran hechos como: el terrorismo de Estado; complots militares; bombas caseras; sabotajes a embajadas que no compartían la ideología de los Estados Unidos de la época. Por cierto, en entrevistas a diarios se informó que lo botaron coloquialmente.
¿Qué democracia existiría, y de quiénes? El hecho es que la democracia del Perú profundo todavía no llega, o estaría en una construcción si así se quiere ser perseverantes por lo menos. Y, eso que se grita democracia, sí, socialismo no, salvemos el Perú por las clases dominantes y sus medios de comunicación, es una democracia hecha para hacer creer que es la democracia del país total, o de las grandes mayorías. Por ello, esa democracia que se pinta en los salones del café bufet, los lujos, y la que sale de la lengua de la corrupción, es más falsa, que cuando se quiere hacer creer al pueblo, que 1970, es después-o segundo que 1980. O simple, que habría elementos en las instituciones del Estado muy puritanas(os).
La expulsión con curva del profesor Héctor Béjar sirvió, sin querer queriendo como diría el Chavo del ocho, para sacarse las lagañas de los ojos, y ver con nitidez, cuan efectiva ha sido la higiene mental como modelo de omisión y miedo para los débiles, de poder, dominio, comer y riqueza solo para unos pocos. Por ello, considerar que estamos frente a la bestialidad viva, y robusta llamada, violencia simbólica, temor simbólico, terrorismo de medios de comunicación de modo simbólico es una opción a tomar en cuenta. Finalmente, que seguir en el camino de la búsqueda de una utopía de acorde con la realidad es posible poder concretizar. El gobierno de turno sería una de esas utopías que se pensaron, y el bicentenario así lo recibió. Entonces, seguir en la reafirmación de la democracia del Perú profundo es una utopía en terreno concreto.