El COVID-19 entró a las páginas de la historia de la humanidad para siempre. Ningún país o sociedad estaba preparado para enfrentar una crisis de salud de este tamaño y tampoco tenía una vacuna para el COVID-19 ya que nadie había anticipado que la próxima pandemia sería un coronavirus y no un virus de la gripe.
Cada país y cada ciudad ha venido haciendo lo que pueden para contener el virus. Desde que apareció la noticia en China, pasando por la primera decisión de un país como Italia de cerrar fronteras internas y externas, y después el resto de Europa; luego otros países de Asia; después Estados Unidos de América y Canadá, y por último Latinoamérica, el mundo no habla sino de este tema y con razón.
Ciudades como Beijing, Nueva York, Londres, Madrid, Milán, San Francisco, Seúl, entre muchas otras, tomaron sus medidas que iban desde el control de movilidad del ciudadano, pasando por un filtro de contagiados o no, hasta llegar al dramático toque de queda de una ciudad o parte de ella.
En Latinoamérica, algunas ciudades actuaron con rapidez como Buenos Aires, San Salvador, Quito, pero muy especialmente llama la atención el caso de Medellín, que, sin ser una ciudad capital, localizada en el interior del país rodeada de montañas, empezó a tomar las precauciones del caso con anticipación al mismo Gobierno nacional antes que tomara decisiones sobre el tema.
Medellín, una ciudad de tejido comercial, industrial, minero, agrícola es ahora más conocida como la ciudad más innovadora. Se ha caracterizado por ser una ciudad resiliente, disciplinada en un alto porcentaje de su población y esto ha facilitado que la factura de los contagios haya sido muy reducida y la tasa de fallecidos prácticamente minúscula. Eso no significa que la pandemia esté controlada. Está contenida. Tampoco significa que la ciudad está a salvo. Significa que hay una conciencia de responsabilidad colectiva que le permite a los residentes tener la confianza que el sistema se está preparando para momentos más graves aún por llegar.
Así mismo, el sector privado se ha caracterizado por su interés y generosidad con la comunidad local y regional apoyando en temas que van desde asegurar la cadena alimenticia, aprobando ayudas financieras en materia de deudas; facilitando el trabajo en casa, más conocido como teletrabajo, hasta patrocinando investigaciones para fabricación de respiradores especiales, dotación a laboratorios de investigación, donación de pruebas rápidas, entre muchas acciones. El sector gubernamental no se queda atrás pues entre aciertos y desaciertos de la administración municipal, hay un alcalde que conoce personalmente de big data y eso facilita el análisis y las estadísticas necesarias para entender la situación. También hay alivio en temas tributarios, multas condonadas. De otro lado, creó un esquema muy práctico de movilidad y uso de espacios públicos con moderación que ha funcionado en un 85%, lo cual, es alto para una ciudad tan diversa culturalmente y no menos compleja como es Medellín.
Independiente de las expresiones de altruismo que se hacen en Medellín y su territorio metropolitano es claro que cada ciudad en el mundo enfrentará la tensión de querer proteger a sus propias poblaciones lo más eficiente posible. Sin embargo, no todas las ciudades están en las mismas condiciones de hacerlo. De allí que Medellín, en asocio con el sector privado, ha venido apoyando a poblaciones cercanas de su Departamento con ayudas y donaciones en materia de alimentos y dotación hospitalaria extendiéndose a lugares tan lejanos como a los territorios del Amazonas y del Pacifico colombiano ante la ausencia de un apoyo más real del Gobierno central. Es decir, la ciudad no solo se ayuda a sí misma, sino que también ayuda a otras ciudades que no son de su responsabilidad. Eso es solidaridad.
Medellín es una sorpresa interesante que mostrar al país, a la región y al mundo. Su resiliencia, madurada de muchas dificultades vividas en los últimos 100 años, le ha permitido entender el dolor ajeno, de comunidad y se caracteriza por su generosidad, solidaridad, pero, sobre todo, por su capacidad de enfrentar adversidades. Esta genética es la que le permite enfrentar hoy bien la crisis que se está viviendo y los difíciles meses que aun estar por llegar teniendo claro que la pandemia es un asunto de todos y entre todos debemos resolverlo. Hay esperanza y es posible avanzar al futuro.