Tengo muy gravado en mi memoria las tardes frescas de Aguachica, Cesar, cuando mi abuelo Elías Awad Aboenck cerraba las puertas de su almacén “Monte Líbano” y comenzaba su agradable conversación, recordando a su inolvidable tierra natal, Beirut, Lebanon, donde indiscutiblemente aparecía en forma sistemática la palabra mágica de “Palestina”. Crecí en medio de esas historias inolvidables del medio Oriente, relatadas en forma magistral por mi abuelo.
Sin embargo, eran inevitables los momentos de tristeza y dolor cuando sabíamos que la hermosa tierra de Palestina por decisión suprema de los ganadores de la segunda guerra mundial era ocupada por decenas de personas de origen extranjero, traídas desde los más distintos y disimiles puntos del mundo sin tener en cuenta las opiniones de los palestinos, porque nunca se las preguntaron.
Así nació el Estado judío en el corazón de Palestina, por decisión expresa de Francia, Inglaterra y los EE. UU. cuando dirigieron y decidieron la partición del Imperio Otomano. Y allí comenzó la tragedia inenarrable del sufrido y oprimido pueblo de Palestina, que aun no termina. Palestina es cuna de civilizaciones, de religiones y encrucijada de caminos. La situación es tan dramática que los invasores, respaldados en su fuerza y en su armamento nuclear, ahora pretende que el pueblo palestino abandone su tierra y ande como un paria desheredado por el mundo, como un verdadero judío errante. Eso no lo lograra jamás Israel.
Contando con el apoyo de las Naciones Unidas, a nivel general, y con los 136 países que mantienen relaciones plenas con el Estado Palestino, lo que significa un 67.7 por ciento del total de los 192 Estados que conforman la ONU, la sociedad palestina se mantiene como el Estado Palestino.
En esta situación es que el presidente Juan Manuel Santos decide el reconocimiento que Colombia hace de Palestina como “Estado Libre, independiente y soberano” y ahora con Colombia, son 137 países en la ONU los que estamos apoyando el Estado Palestino. En la región latinoamericana solo faltan México y Panamá para que todos nosotros hagamos realidad ese sueño de justicia y Paz que en las actuales circunstancias encarna la patria Palestina.
Para nosotros, descendientes de los árabes que emigraron a la hermosa tierra colombiana y entregaron con dedicación y honradez el fruto de su trabajo, la experiencia acumulada de muchos años de estudio y sabiduría y que entrecruzaron sus códigos genéticos con la linda familia colombiana, estamos de plácemes, porque con la visión y la decisión histórica, humanista de Juan Manuel Santos hoy los huesos de nuestros abuelos y antepasados pueden descansar tranquilos, porque la tierra donde reposan brindó el apoyo amplio y generoso para que el pueblo palestino fuese reconocido a nivel del concierto de las naciones del mundo, como un Estado Libre, independiente y soberano.
Por último, esta respetuosa decisión que tomó el presidente de Colombia, con acatamiento a las leyes y sujeto a la Constitución política nacional no puede ser calificada por nadie como una “bofetada”. Colombia es un Estado libre, independiente y soberano y sus decisiones están amparados en Derecho. Colombia no ofende a nadie, no irrespeta a nadie, pero también exige respeto y cordura frente a sus decisiones soberanas.