Pensamos Liberal

Opinión Por

Con las reuniones preparatorias del lanzamiento de la precandidatura del senador Luis Fernando Velasco, quien después de tantos meses decidió por fin asumir una postura y lanzarse a buscar el aval del Partido Liberal Colombiano en un evento que ha bautizado “Pensamos Liberal: Construimos puentes para transformar la historia”, y próximos a conmemorar los 173 años de la famosa carta de Ezequiel Rojas Garrido con la que se funda el mismo, surge una pregunta, primordial para el debate de maquinarias e ideas que se avecina cuando se inicien firmemente los debates internos entre Velasco y Verano de la Rosa, el otro precandidato liberal: ¿qué es ser liberal en Colombia?

En un país como el nuestro cargado de superstición cristiana signado por la tradición hispano católica que nos convierte en una sociedad altamente diferenciada y jerarquizada por el color de piel y el nivel de ingresos financieros y que pareciera que estuviera eternamente ligada al colonial lastre del clientelismo y el padrinazgo, el planteamiento de una promesa de libertad que en su momento traía un partido político llamado Liberal, lo que lo ubicaba a la izquierda del sector criollo que en su momento pretendía mantener la estructura colonial, prácticamente se ha convertido en el símbolo más preciado del colombiano promedio, quien sigue afirmando en las encuestas de opinión que siente mayor afinidad hacia dicha colectividad, a pesar que en los últimos 60 años él mismo ha elegido en las urnas a los candidatos presidenciales de los partidos de derecha, conservadores de la estructura colonial, quienes le plantean guerra justamente a esa promesa de libertad individual.

Ahora, de acuerdo con varios estudios el elemento central del liberalismo es el valor absoluto de la libertad y las formas en la que este valor se expresa en los distintos ámbitos de la vida humana.

La libertad política, la libertad moral, la libertad civil, la libertad económica, solo son expresiones de una misma esencia: el ser humano nace libre y es el centro del desarrollo de la sociedad humana.

De acuerdo con Gray[i] existen cuatro principios del liberalismo en su visión sobre el hombre: “(el liberalismo) es individualista  en cuanto que afirma la primacía moral de la persona frente a exigencias de cualquier colectividad social; es igualitaria porque confiere a todos los hombres el mismo estatus moral y niega la aplicabilidad, dentro de un orden político o legal, de diferencias en el valor moral entre los seres humanos; es universalista, ya que afirma la unidad moral de la especie humana y concede una importancia secundaria a las asociaciones históricas específicas y a las formas culturales; y es meliorista, por su creencia en la corregibilidad y las posibilidades de mejoramiento de cualquier institución social y acuerdo político”.

Continua Gray “es esta concepción del hombre y la sociedad la que le da al liberalismo una identidad definida que trasciende su vasta variedad interna y complejidad” y son esos cuatro principios justamente lo que comparte el liberalismo político, que como el cristianismo, no es uno y homogéneo, sino que ha tenido varias corrientes, especialmente en el siglo XX: del liberalismo clásico pasamos al liberalismo contemporáneo, el cual ha tenido varias revisiones que a su vez han generado varias vertientes liberales tales como el liberalismo neoclásico, el liberalismo social, el liberalismo socialista, el liberalismo igualitario, el liberalismo libertario, todos válidos, todos necesarios y legítimos, todos contrarios a los totalitarismos sea marxismo, socialismo o fascismo.

Y es en ese espectro revisionista en que un partido político que se hace llamar Liberal Colombiano se inscribe, donde la particularidad de las revisiones ideológicas durante los más de 170 años de historia que tiene, ha generado lo que se ha denominado la división creadora, proceso de meiosis partidista sujeto a intereses de caudillos, caciques y líderes que en sus contextos temporoespaciales han tomado como excusa/argumento central la libertad de pensamiento, de asociación y de expresión con la que han creado partidos y movimientos políticos variados, a partir de dividir al Partido Liberal Colombiano, y que han pendulado entre los polos del espectro ideológico político clásico, unos más de izquierda, otros más de derecha.

Por ello, ser liberal en Colombia en la segunda década del siglo XXI es, muy a lo neogranadino, un mestizo ideológico: se puede defender la libertad política sin dejar de defender la tradición hispano católica clientelista; se puede defender la libertad de expresión, sin dejar de defender la doctrina cristiana que se confiesa; se puede defender la libertad económica, sin dejar de defender algunos beneficios sectoriales.

En Colombia se puede ser liberal de derecha como los mentecatos que le creyeron al Aprendiz del uribismo y se fueron a hacerle campaña y con sus votos eligieron al peor gobierno nacional en décadas; se puede ser liberal de centro, como los que votaron por De la Calle en 2018; se puede ser liberal tibio, como los que votaron en blanco en la segunda vuelta presidencial de 2018; se puede ser liberal de izquierda, como los que se fueron con Petro en la primera y los que se fueron en la segunda vuelta presidencial y los que en 2021 se están yendo a cargarle las maletas en su egocentrado proyecto llamado Pacto Histórico; se puede ser liberal sin partido como los que están con Galán, como los que están con Cristo; se puede ser liberal patilla (verde por fuera, rojo por dentro), como los que se fueron con Claudia López en 2019 y hoy gobiernan con ella en la Alcaldía Distrital de Bogotá; se puede ser liberal santista, como los que votaron por Vargas Lleras en 2018, aun cuando se suponía que debían votar por De la Calle y los que piensan repetir la hazaña en 2022; se puede ser liberal socialdemócrata como los que siguen a Luis Fernando Velasco, a Rodrigo Lara o a Roy Barreras.

En fin, en la Colombia de 2021 ser liberal, pensar liberal es un crisol que aun cuando es difícil de entender, es una realidad que hay que aceptar, más allá que ser liberal sea una estrategia de mercadeo y un botín electoral que todos se disputan.


[i] Gray J. (1986) Liberalismo. Madrid: Alianza pp 10-11 citado por Pradier (2003) en: Los Cuatro Principios del Liberalismo. Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XLI(104), 97-109 Julio-Diciembre

Zootecnista Universidad Nacional de Colombia, Candidato a Magíster en Producción Animal de la Universidad Nacional. Coordinador Nacional para asuntos de Paz de la Organización Nacional de Juventudes Liberales 2014-2018.