Platano pa mi gente

Opinión Por

En medio de la tragedia humanitaria que ha significado la cuarentena por la Covid-19 en todo el país, ha resurgido con fuerza una de las características primordiales del colombiano promedio y es la de la solidaridad.

A las masivas jornadas de donación de dinero y especie en Medellín y Bogotá, se han sumado varias en pequeñas y medianas ciudades que tal vez no han tenido el mismo impacto mediático que las de las grandes metrópolis, como la que a inicio del mes de abril se generó en Barranquilla.

Alexis Castillo, joven líder comunitario de El Bosque, popular barrio de la ciudad de Barranquilla Atlántico, en medio de la emergencia alimentaria tuvo la idea de comprar guineo, una popular variedad de plátano en la Costa Atlántica, para distribuir entre la gente del barrio, sin embargo, para hacer completa la ayuda, hacía falta lo esencial: aceite.

Y ahí fue donde la magia a la que nos tiene acostumbrados la cotidianidad caribeña, hizo su aparición a través de la generosa mano de Christian Daes, empresario barranquillero conocedor de la realidad de El Bosque, por medio de la Fundación Tecnoglass.

Y obvio, la magia inició como todo lo que se ha generado en este cuarentenario mundo: a través de un trino en Twitter.

En cuestión de horas, Fundación Tecnoglass distribuyó a igual cantidad de casas, 2000 botellas de aceite de medio litro, con lo que se completaba así para esa fecha (inicios de abril) cuatro barrios barranquilleros a los que se les había apoyado con más de 10 mil mercados semanales.

Sin embargo, no todo se detuvo allí.

El virus de la solidaridad ya estaba circulando y fue así que se empezó a comprar toneladas de patilla, ñame, plátano y yuca en los campos de Atlántico y Sucre para distribuir, no sólo en Barranquilla, donde a la fecha se han donado ayudas alimentarias en 36 barrios de la ciudad, sino  también en municipios del Atlántico como Piojó, Juan de Acosta, Palmar de Varela y Galapa.

Así, en medio de las dificultades que para muchos ha representado el aislamiento obligatorio, la solidaridad se ha traducido no sólo en la compra de alimentos tradicionales para los productores, lo que significa un gran alivio para su economía, sino en la distribución de la misma entre quienes lo necesitan.

De esta forma queda demostrado que sí es posible generar alianzas entre líderes sociales y líderes empresariales, y que apoyar las necesidades básicas del pueblo pobre se hace, con o sin cámaras fotográficas.

Grandes cosas seguirán oyéndose, de seguro, de la Fundación Tecnoglass y del Centro Jurídico Comunitario Mi Bosque Vive. 

Zootecnista Universidad Nacional de Colombia, Candidato a Magíster en Producción Animal de la Universidad Nacional. Coordinador Nacional para asuntos de Paz de la Organización Nacional de Juventudes Liberales 2014-2018.