PODRÁ DE LA CALLE UNIR LA SOCIEDAD

Opinión Por

Tengo de Humberto de la Calle, el más alto de los conceptos. Lo vi con intrepidez asumir la conducción del complejo proceso de conversaciones de Paz entre el gobierno de Santos y la guerrilla de las Farc en Cuba. Lo sentí defendiendo la construcción de lo que él cree es un verdadero Estado Social de Justicia y Derecho. Por orden del presidente Santos se comprometió en el Acuerdo con la entrega de más de seis millones de hectáreas para los campesinos sin tierra, punto aún sin cumplimiento por parte del Estado. Sin odio en su alma aceptó la derrota que le asestó esta esquizofrénica y cínica sociedad, al acompañarlo con escasos medio millón de votos en su aspiración presidencial, recibida como “premio” a sus esfuerzos y desvelos por más de cuatro años en las conversaciones de La Habana

Pero, aun así, no ceja en sus desvelados esfuerzos por encontrarle una solución salomónica a la encrucijada donde se ha metido la sociedad colombiana. En un interesante reportaje que le concedió al periodista Armando Neira y publicado en El Tiempo el domingo 31 de enero, es claro al decir: “Crear una fuerza de centro es difícil, pero no imposible”. Piensa, y en esto estoy de acuerdo con él: Solo una postura racional y madura de centro político, hará posible que nos reunamos todos los buenos ciudadanos para fijar un derrotero de verdadera “Restauración moral”, frente a tanta corrupción y a la falta de una acertada, generosa y sabia conducción del Estado Colombiano.

Frente al concepto de democracia, término tan traído y manoseado, se refiere en palabras concretas a una democracia de fachada, y además corrompida por el caudillismo. Precisamos de un proyecto con linderos programáticos, con profunda organización social, mecanismos de selección y sobre todo una gran generosidad para hacer realidad un cambio de fondo en nuestra cultura política.

Se refiere al problema de la desigualdad de la sociedad colombiana como aberrante y le da una connotación ética de profunda significación. Ya, mantener niños y población en general con hambre, es además de calamidad, un problema ético.  Ninguna sociedad decente resiste los cuestionamientos éticos a su interior, pues significa un fracaso como Estado. El problema de la desigualdad social es tan grave que ya es explosivo, termino referido a levantamientos sociales por deterioro marcado de las mínimas condiciones sociales para vivir con dignidad, concluye. 

Sobre el futuro inmediato de las relaciones con los Estados Unidos, es claro al considerar refrescante la llegada de Biden a la presidencia en Washington, y se alegra de que el mundo va con un movimiento fuerte por recuperar una posición de liderazgo democrático. Prevé un renovado énfasis en los Derechos Humanos, un mayor y verdadero compromiso con el Acuerdo de Paz firmado entre presidente Santos y la guerrilla de las Farc. 

Quizás, lo más significativo es que por ahora no considera nombres de candidatos a la presidencia, “Mi propuesta   de ingeniería inversa, busca evitar comenzar la discusión por nombres, es lo que siempre se ha hecho. Eso conduce irremediablemente a la dispersión”.

Plantea precisar tres cosas: 1) Puntos concretos de gobernanza, 2) límites (Que es lo que jamás se haría), 3) compromiso de poner en marcha un gobierno colectivo y decirlo de forma transparente. 

Nos satisface ver las diversas corrientes políticas de izquierda y de centro trabajar con denuedo por una plataforma de profundo significado social como objetivo central para el desafío de las próximas elecciones. Mi deseo mayor es que trabajen con sentido unitario pensando en las urgentes reformas sociales que pide a gritos nuestra agobiada sociedad y dejar atrás la carga del “Ego” que tanto daño ha hecho. Por eso guardamos la íntima convicción que Humberto de la Calle puede ser la persona analítica y ecuánime que conduzca nuestra escéptica sociedad a los espacios urgentes de la reflexión y la unidad que nos permita salvarnos del abismo.  

Presidente del Comité Permanente de defensa de los DD.HH. Fue Embajador de Colombia en Europa. Trabajó en el Programa de Paz de la Universidad Pedagógica de Colombia, y es un reconocido defensor de Derechos Humanos.