Se terminó el año y en materia de salud seguimos lo mismo, más para atrás que para adelante. Los hospitales públicos quebrados, las EPS en proceso o a punto de ser intervenidas y liquidadas; los afiliados al sistema, especialmente los subsidiados, sin servicio adecuado y de tumbo en tumbo, las urgencias llenas, las consultas con especialistas dilatadísimas, los médicos mal pagos, el resto de empleados en precarias condiciones, el sistema de las cooperativas deficientes y con un personal reprimido y mal atendido, las tutelas en auge y la gente pobre y de clase media en agonía o esperando la muerte. Es apenas un retrato parcial.
¿Qué se hace la plata de la salud? El presupuesto aprobado para el año entrante es altísimo. Si dentro del sistema todo el mundo le debe a todo el mundo, nadie paga a tiempo, cada quien, privado o público vive denunciando y reclamando; si no se entregan los medicamentos; si ya nadie le quiere fiar a nadie; si todos rechazan a los enfermos cuyos medicamentos son costosos; si hay que rogar y tener palanca para conseguir una UCI o una operación especializada de urgencia; ¿en que se gastan tan cuantiosos recursos? Alguien tiene que responder, en alguna parte se evapora el dinero.
No niego la buena intención de todos los gobiernos ni la positiva actitud de los legisladores de siempre sobre este aspecto vital. Pero el sistema “no da pie con bola”. Con tantos años de reformitis lo evidente es que el enfermo no se cura, vive en estado comatoso, muchos de sus órganos están atacados por virus resistentes a los medicamentos normales, las cirugías a las que lo han sometido no han dado satisfactorios resultados, las enfermedades terminales lo agobian y lo cierto es que si continúan los tratamientos y los galenos de siempre no quedará más remedio que aplicarle la extremaunción.
En eso se está y es una irresponsabilidad mayor esperar al velorio. Se requieren medidas drásticas, de urgencia, para atacar la calamitosa situación de hoy y un plan para ir regresando a la normalidad. En suma, se necesita un nuevo sistema nacional de salud.
Es difícil porque cada quien opina distinto y porque nadie, solo, se atreve a meterle la mano a fondo al problema, que es el más delicado de todos. Por eso es que se requiere consolidad un propósito común por la salud, convenir un pacto nacional integrado por el gobierno nacional, con el Presidente de la República a la cabeza, los Alcaldes y Gobernadores, el Congreso Nacional, los Partidos Políticos, las comunidades científicas, los sindicatos y organizaciones que representan a trabajadores, clínicas y hospitales, todas las entidades que tengan directa relación con el tema, para concebir y luego ejecutar un sistema de salud moderno, integral, ético, equitativo, de cobertura universal, que saque a los colombianos de tremendo atolladero.
Sin duda el acuerdo base debe ser entre gobierno y partidos. Es urgente, es lo primero, se puede lograr. Lo otro será seguir con los remiendos y las desgracias.