En las últimas semanas, la armonía de la gobernabilidad de Medellin con la sociedad civil de la ciudad se ha visto afectada por una serie de decisiones originadas en la alcaldía de Medellin que interfieren en la normatividad y el gobierno corporativo de empresas tan insignes para la ciudad y el país como son Empresas Públicas de Medellin EPM y Ruta N que generan preocupación nacional e internacional.
Medellin es una ciudad resiliente por naturaleza fundamentada en valores del trabajo, familia y educación como ejes de progreso y de una gobernabilidad colaborativa como base fundamental de la concertación ciudadana en la confianza institucional y del buen gobierno con todo el conglomerado municipal.
Recientemente, el alcalde tomó unas decisiones a espaldas de la junta directiva de EPM motivando su renuncia masiva en acto de protesta. Asimismo, no consultó con la academia, la sociedad civil y los gremios económicos de la ciudad, como ha sido tradicional, para la conformación de una nueva Junta. Similar circunstancia se vive con la entidad líder en innovación, ciencia y tecnología de Medellin, Ruta N, donde su Director, nombrado por el propio alcalde, fue despedido por “cumplir con lo técnico pero por incumplir con lo político”, una entidad que habría sido blindada contra el manejo politiquero de los gobiernos de turno.
En este sentido, el alcalde va en contravía de cumplir con el Convenio Marco de Relaciones Municipio de Medellín –EPM, al igual que, del Código de Gobierno Corporativo de la misma empresa de acuerdo con su programa de gobierno propuesto a la ciudadanía cuando candidato y luego materializado en el plan de desarrollo Medellín Futuro 2020–2023.
Ciudadanos líderes de todos los segmentos socioeconómicos y socioculturales han extendido en múltiples ocasiones y formas, puentes de diálogo, pero el alcalde ha dejado pasar oportunidades para recomponer una relación constructiva y una hoja de ruta para trabajar en equipo con sectores claves de la ciudad. El resentimiento personal, la soberbia y la arrogancia no son buenas cualidades cuando se ejerce el poder y su agenda particular va en contraposición de una Medellin que ha trabajado mancomunadamente por décadas por su desarrollo integral y es referente en Colombia y en todo el mundo.
El alcalde considera fuerzas oscuras a los miembros de las veedurías cívicas que nacen para cuidar de lo público, un instrumento dispuesto en el ordenamiento jurídico del país y que el mismo alcalde, como ciudadano, lo propuso en el pasado. No pueden ser oscuras esas fuerzas cuando los nombres de los ciudadanos, organizaciones civiles, empresas, instituciones académicas y centros de pensamiento están a la luz de todos y hay veedurías con personería jurídica actuando desde hace muchos años afianzando los lineamientos de los ODS y las políticas de la OCDE que fortalecen la gobernanza territorial.
Estas veedurías trabajan con unos principios básicos y unos objetivos claros que recogen el amplio consenso ciudadano que considera que lo público le pertenece y les importa a todos los ciudadanos de Medellin. Son instancias ajenas a cualquier tipo de activismo, plataforma de partido político o persona alguna.
Si el alcalde no toma la iniciativa, la ciudadanía debe recomponer una confianza rota que genere a su vez confiabilidad ante la comunidad internacional que Medellin sigue siendo una sociedad resiliente e interesada en el bienestar de todos quienes residen en la ciudad.