Lo que ocurrió el pasado domingo 13 de marzo durante el proceso de elecciones de Senado, Cámara de Representantes y la Consulta interpartidista, fue un hecho muy grave y de profundas repercusiones para nuestra incipiente democracia colombiana. Y no es para menos. La más profunda de las des- institucionalidades que hemos padecido se presentó, precisamente, cuando el célebre chocorazo o fraude que el candidato presidencial Misael Pastrana dio contra el candidato rival expresidente general Gustavo Rojas Pinilla en las elecciones de 1970, convirtiéndose, Pastrana, en presidente de la república, gracias a tan significativo fraude electoral. Este hecho trajo gravísimas consecuencias para nuestra vida democrática como fue la aparición del M-19 con su inaceptable toma de la Corte Suprema de Justicia, que trastornó para siempre la vida institucional.
Por eso consideramos muy grave el desorden y el desbarajuste que se presentó en todo el proceso sufragante del domingo 13 y que se intentó cerrar con la perdida de mas de 400.000 votos para el Pacto Histórico, que es una sumatoria política de partidos y movimientos que quieren acendradamente cambiar este cúmulo de atropellos y corrupciones a las que se acostumbró la vieja e inoperante casta política, que nos gobierna.
Fueron tantas las formas superficiales, erradas e irresponsables como la Registraduría Nacional asumió un certamen de tanta importancia para los colombianos. Son ingentes los llamados de atención que se hicieron para no caer en esta debacle anunciada, pero la ausencia penal de los responsables fue marcadamente imprudente y notoria. Desde los mas importantes medios de comunicación se han anotado la cantidad de fallas: Falta de formación electoral en los jóvenes jurados, insuficientes conocimientos para cumplir cabalmente su compromiso, desconocimiento de la formación y experiencia que siempre ha mostrado los maestros, que fueron deliberadamente, excluidos de las listas de jurados, etc.
Frente a este drama eleccionario y otros que vive y soporta nuestra sociedad, el diario “El Tiempo” en un aparte de su editorial, el día 21 de marzo ha expresado categóricamente: “Son inaplazables los correctivos de fondo frente al desafío que significan para el país la corrupción y el desgobierno que lo carcomen”.
En este desgobierno que plantea “El Tiempo”, creo que si el Registrador Nacional tiene algo de dignidad y decencia debe presentar ante la opinión pública nacional: RENUNCIA DE SU CARGO y permitir que sea un nuevo funcionario o funcionaria la que traiga confianza a la sociedad y pueda brindar la realización de comicios electorales en franca idoneidad e imparcialidad.
Un gesto de esta dimensión hará posible encuadernar la Registraduría para que como corresponde a su tarea constitucional sea la institución que garantice la absoluta claridad y transparencia que hoy pide a gritos nuestra acorralada sociedad, en medio de tanta infamia y corrupción.