Cuando en la Asamblea Nacional Constituyente de 1991 se incluyó la Revocatoria del Mandato como uno de los instrumentos de participación democrática, con los cuales se hizo énfasis al criterio de la soberanía popular, ninguno de sus integrantes nos imaginamos que la figura se tergiversaría hasta convertirse en un procedimiento de revanchismo político dirigido a perturbar el funcionamiento normal de las administraciones públicas. En eso se volvió, por mala fortuna, mandando al diablo las sanas intenciones del legislador mayor.
Recuerdo algunos ejemplos que se examinaron en el momento: estado de locura en el gobernante; manifiesta incapacidad para el desempeño apropiado del cargo; creación de ostensibles cadenas de corrupción en connivencia con escuadrones delincuenciales; absoluta desatención, irresponsabilidades constantes y negligencia absoluta, originadas en irregulares comportamientos mentales; es decir, graves y claras irregularidades que pongan en riesgo irreparable el interés y los derechos de la población.
Tiene que ser así, porque la norma no pretende sustituir al Concejo Municipal en el control político, ni a la Contraloría, la Procuraduría y a la Fiscalía en sus funciones judiciales y de vigilancia. Para casos extremos que no lleguen a la anormalidad referida en los ejemplos anteriores, estas Instituciones tienen la facultad de tomar medidas preventivas, como la suspensión temporal del funcionario.
Darío Echeverry es un hombre sano espiritual y mentalmente. Siempre demostró en todas sus actuaciones públicas y privadas cordura, buen juicio, responsabilidad y transparencia. Esto último es muy importante: honradez. Su tarea al frente de la Alcaldía ha sido eficaz, eficiente, consagrada, de entrega a la comunidad donde nació y a la que ama. No llegó a la Alcaldía como un paracaidista, sino luchándola, después de haber sido vencido dos veces. Cuando lo derrotaron respetó el resultado de las urnas y esperó una nueva oportunidad, como debe ser. A los Alcaldes se les elige para que gobiernen durante un período de 4 años.
Ahora los derrotados no se esperan esos cuatro años para intentar de nuevo llegar al gobierno. Lo hacen al año, como una venganza, desquiciando el sistema político, afectando las reglas del buen gobierno y causando grave daño a la ciudad. A los revanchistas se suman los que pretendieron manipular al gobernante y no pudieron. Barrancabermeja no puede caer en esa trampa, en momentos difíciles, cuando más se requiere cordura, coherencia, trabajo conjunto, coraje y carácter, como lo está haciendo Dario Echeverry.
Por supuesto que estoy en contra de esta malhadada propuesta revocatoria. Por amistad y solidaridad partidista, desde luego. Pero especialmente por muy fuertes convicciones constitucionales. Por eso, sin ser amigo ni copartidario de Petro, me opuse a su revocatoria, de frente, sin interés diferente al de salvar el sistema democrático. Por eso sin que Peñalosa sea mi amigo político, estoy contra su revocatoria. Por lo mismo no quiero que revoquen al Alcalde de Bucaramanga, tan lejos de mis amores. Estoy contra las otras 140 solicitudes de revocatoria. Son un desastre.
A mis amistades y querencias barranqueñas: el domingo no participen; sería un daño grave a nuestra ciudad.